Debido a la escasez, la manía y tradición de las pegatinas de Panini en Argentina obliga al gobierno a intervenir
En cualquier tiendita o gran supermercado, se acabó la paz en los últimos días. Todo el país es perturbado por los aficionados al fútbol. Una gran cantidad de niños y adultos esperaban pacientemente y no tan pacientes en las filas afuera de las tiendas, desesperados por comprar «figuritas», pegatinas de jugadores de fútbol del álbum del Mundial de Qatar de Panini. Muy similares a las tarjetas de béisbol en los Estados Unidos.
El objetivo de todos es llenar el tradicional álbum de la Copa del Mundo Panini que es un ritual de significado casi religioso que se repite cada cuatro años en Argentina cuando se desarrolla el torneo de la Copa del Mundo. Las pegatinas vienen en paquetes sellados y no hay garantía de que los coleccionistas encuentren los jugadores que necesitan para completar el álbum.
Vendida en países de todo el mundo, una versión de Panini costará a los fanáticos un promedio de alrededor de mil dólares para llenarse. Con los partidos de Qatar acercándose rápidamente, Argentina entra en un torbellino vertiginoso que está superando a pasos agigantados cualquier furor previo en un país que respira, sueña y vive el fútbol.
«No puedo soportar la cantidad de gente que quiere pegatinas», afirma la asistente en la tienda de dulces Vía Manzanares a principios de semana. Antes de tener que informar a sus angustiados clientes que se había quedado sin paquetes la semana anterior.
Tal vez Argentina necesitaba alguna distracción ligera, y la escasez de pegatinas de Panini, parece ajustarse a la factura
La manía de las pegatinas Panini, se extendió por Argentina como un tsunami este año, creando una escasez en el mercado de las pegatinas que se convirtió literalmente en un asunto de Estado. Las tiendas de dulces, conocidas como «quioscos», son la salida tradicional de los paquetes de pegatinas, pero este año Panini comenzó a suministrar las pegatinas a otros puntos de venta como supermercados y gasolineras, lo que provocó aullidos de protesta de los propietarios de tiendas de dulces.
El secretario de Comercio, Matías Tombolini, se vio obligado a convocar una reunión con ejecutivos de la empresa y representantes de tiendas de dulces para tratar de resolver una escasez que llevó a amenazas de algunos padres. Estos piensan demandar a Panini debido a la angustia que la escasez está causando a sus hijos.
«La reunión comenzó a evaluar la situación del mercado de figuritas de la Copa del Mundo», tuiteó el secretario de Comercio, ofreciendo «poner a disposición nuestros equipos legales y técnicos para colaborar en la búsqueda de posibles soluciones».
Pero con la inflación fuera de control y la pobreza pisándole los talones a un segmento cada vez más amplio de la sociedad, la intervención del gobierno fracasó estrepitosamente. Hubo un alboroto en las redes sociales contra las autoridades. Porque distraían los recursos estatales para resolver el problema de las pegatinas y el gobierno suspendió abruptamente su intervención.
Aparte de que Panini, de propiedad italiana, permite que las pegatinas se vendan en otros lugares que no sean solo tiendas de dulces. La escasez se atribuye a los distribuidores. Que, según los informes, están evitando los puntos de venta tradicionales para vender directamente. Aprovechando las cantidades al por mayor a compradores individuales, a veces en línea.
Esto parece haber llevado al acaparamiento por parte de compradores masivos. Muchos luego las venden en línea por Mercado Libre por hasta 10 veces su precio minorista sugerido. Un poco menos de un dólar por paquete.
