Hubo vítores y lágrimas al sureste de la Ciudad de Guatemala. Allí, el candidato presidencial del Movimiento Semilla, Bernardo Arévalo celebró su fiesta por las elecciones del domingo, mientras la realidad se instalaba. Arévalo, habría avanzado a la segunda vuelta de las elecciones, obteniendo uno de los dos lugares en la segunda vuelta del 20 de agosto.
Este fue un final sorprendentemente fuerte para Arévalo, de 64 años. Es congresista anticorrupción e hijo del primer presidente elegido democráticamente de Guatemala. Obtuvo el 12 por ciento de los votos, colocándolo justo detrás de la favorita Sandra Torres con el 15 por ciento.
El éxito de Arévalo tiene a algunos expertos especulando que los resultados fueron una reprimenda al establecimiento político de Guatemala. Además del retroceso de las normas democráticas que algunos críticos observan en el país.
«El voto por el Movimiento Semilla significa un rechazo a la corrupción, un rechazo a los partidos tradicionales», explicó Gabriela Carrera. Una profesora de ciencias políticas en la Universidad Rafael Landívar en Ciudad de Guatemala.
Bernardo Arévalo representa el voto de protesta ante este Estado de corrupción
En los últimos años, Guatemala es objeto de escrutinio por presuntos ataques contra su prensa libre y defensores de la lucha contra la corrupción. Lo que levó a los expertos a cuestionar su estabilidad democrática.
Pero los observadores ven el éxito de Semilla como una señal de las cambiantes mareas políticas. Arévalo no solo avanzó a la ronda final, sino que su partido también obtuvo 24 escaños en el Congreso. Un aumento de los seis que ganaron en las elecciones de 2019.
Semilla habría hecho campaña contra la corrupción y la mejora de la salud y la educación. A raíz de los resultados de las elecciones del domingo. Anunció que trabajaría para el regreso de las casi tres docenas de jueces, fiscales, investigadores, periodistas y activistas que se vieron obligados a exiliarse desde 2020.
«El mensaje que presentamos y la necesidad de cambio están llegando a la población». Según señaló Mario Jacobs Lima, asesor del Movimiento Semilla, durante la fiesta de resultados del domingo.
Si bien el segundo lugar de Arévalo fue inesperado, el éxito de su rival Sandra Torres, conservadora del Partido Unidad Nacional de la Esperanza, fue ampliamente anticipado. Ella habría encabezado consistentemente las encuestas. Liderando candidatos del establishment como el diplomático centrista Edmond Mulet y la ultraderechista Zury Ríos, hija del ex dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt.
Arévalo, por su parte, obtuvo un distante octavo lugar, con solo el 2,9 por ciento del apoyo de los votantes en una encuesta de junio. Según Carrera, la discrepancia entre las encuestas preelectorales y los resultados del domingo se debió a que habría un campo lleno de candidatos. Por ello, la ambivalencia de los votantes. «Las encuestas fueron muy variables», dijo.
Torres, sin embargo, es una figura política muy conocida en Guatemala. Una ex primera dama, la empresaria de 67 años había buscado la presidencia en los últimos dos ciclos electorales, terminando segunda en ambos.
En 2015, se colocó detrás del eventual ganador Jimmy Morales y en 2019. Perdió ante el actual presidente Alejandro Giammattei, con quien más tarde formaría una alianza. Tanto ella como el partido UNE están acusados de corrupción y violación de las leyes de financiamiento de campañas, acusaciones que niegan.
