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Apostar al mismo número y siempre perder

La oposición se ahoga ante un interminable número de denuncias de corrupción

Los venezolanos han estado sumidos en una crisis política, pero no sólo desde la intentona de Juan Guaidó de autoproclamarse presidente interino del país, sino desde un número anterior de años. La crisis política en la nación sudamericana tiene una larga data. Desde la caída de Carlos Andrés Pérez y el acenso de Rafael Caldera, pasando por la llegada de la izquierda a Miraflores, la situación sólo se ha puesto peor.

La antigua nación petrolera padece hoy en día de un mal parecido al cáncer, que ya ha hecho metástasis en su sistema político y enquistado en todos los niveles y estructuras, ha sido el blanco de un infinito número de denuncias olvidadas o traspapeladas y ha dejado a su paso, cientos de cadáveres en los escaparates de todas y cada una de las instituciones democráticas. Nos referimos a la corrupción.

La enfermedad que se ha hecho endémica desde finales del siglo pasado, hoy es una pandemia que no ha dejado una piedra sin infectar. Y aquellos que juran defendernos de los corruptos, pronto se contagian de los mismos síntomas y aunque parecen portadores asintomáticos en sus inicios, poco ha de suceder cuando se aprecien enfermos. Un gran número de ellos son gobierno, pero también hay en la oposición.

Muchos son los señalamientos que se han hecho sobre los desmanes del gobierno de Nicolás Maduro y del difunto Hugo Chávez y muchos han vivido en carne propia las carencias de un sin número de efectos, que ha tenido el saqueo, no sólo del erario público, sino también de las riquezas minerales de Venezuela. Pero el dedo acusador, no sólo puede marcar al gobierno, pues bien es sabido la cantidad de malversaciones que señalan a los miembros de la oposición y al mismo Juan Guaidó.

Numero diferente.
Mientras el gobierno se trata de eternizar, luego de 20 años de corrupción, poco parece aclarar el panorama y el número que presenta la oposición, imita a lo que ya es por todos conocidos.

Un gran número de políticos venezolanos, nacieron con el gen infecto de la corrupción

Así como durante el paro petrolero, muchos fueron los despedidos en nombre de la corrupción reinante en la industria, muchos se quedaron para mantener sus coimas en funcionamiento y otros a quienes la vocación les funcionaba, de alguna manera, apropiadamente, poco más tarde fueron vilipendiados por los asaltantes y piratas de los cargos públicos, que pescaban en río revuelto a la caza de posiciones de poder.

Entre los casos más sonados, en los períodos de la purga en PDVSA, uno de los casos más sonados, fue el de Eudomario Carruyo, antiguo jefe de finanzas de PDVSA, sobre quien cayeron todos los dedos acusadores y a él como a otros cientos, se le ha tratado de empantanar y marcar como portadores del gen de la corrupción. Y pocos han podido demostrar que, son falsos positivos. Blancos de quienes se ocultan tras acusaciones, para seguir desarrollar la infección nefasta de su podredumbre.

Pero, aunque un número trate de ser borrado, su permanencia en ineludible y como no pueden mentir, sólo hay que levantar un poco la basura, para encontrar la verdad. Y en medio de este maremágnum que es la información, nada se puede ocultar, aunque millones de mentirosos digan lo mismo, la verdad, seguirá siendo sólo eso. La verdad pura y simple.

Numero diferente.
Propios y extraños son lo mismo, opositores y gobierno, sólo cambian de puesto llegado el caso. Lo nefasto es que todos adolecen de los mismos males.

El número de señalamientos de corrupción contra la oposición aumenta todos los días

Nunca ha funcionado mejor el dicho, que afirma que “el poder envilece”, para evidenciar las prácticas oscuras de opositores y gobierno. Pues tan pronto Guaidó se asumió en el interino cargo de presidente, se desarrollaron en el las mismas prácticas que tanto señaló en sus oponentes y que fueron las mismas que lo llevaron al cargo que no ha sabido desempeñar, sin dejar las manchas de la corrupción por todas partes.

Guaidó, como otros que le antecedieron, portan en mismo gen dominante de la corrupción patológica que porta todo político venezolano, junto a la arepa, a la que se referían las abuelas, con la que todos los hijos de Bolívar nacían en esta tierra de gracia. Muchos antes que él, han sufrido del mismo mal y al igual que sus anteriores tutores, sólo saben negar sus actos y enarbolar la bandera de la democracia.

Democracia infectada de corrupción, de archivos perdidos en los tribunales, de presos inocentes, de casos olvidados, de paro petrolero sin culpables. Democracia que señala a muchos de culpables, para esconder las manchas de las manos. Democracia enferma que mantiene a cientos de venezolanos en el exilio, luego de ser perseguidos por el gobierno, pero también, por ser señalados por los miembros de la oposición.

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