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Terminar con la violencia en México

La fuga del hijo del Chapo, demostró que el gobierno no es capaz de enfrentar la crisis

La violencia en México ha vuelto a los titulares, manchando las calles del país con sangre, la nueva administración del país, dirigida por el presidente Andrés Manuel López Obrador, enfrenta su primera gran crisis de seguridad, pero esta vez, sin embargo, el país no está amenazado por otra guerra territorial entre los carteles, sino por una confrontación abierta entre un cartel y el gobierno federal.

En la tarde del 17 de octubre, el ejército mexicano detuvo a Ovidio Guzmán, hijo del infame narcotraficante Joaquín «El Chapo» Guzmán, en la ciudad de Culiacán, la detención condujo a represalias que desataron la violencia en México de manos del cartel de Sinaloa, que estableció bloqueos de carreteras en diferentes áreas de Culiacán y participó en tiroteos con las fuerzas de seguridad.

Los sicarios atacaron las instalaciones de la novena zona militar, donde residen las familias del personal militar involucrado en la operación, después de dos horas de escaramuzas, el gabinete de seguridad del presidente procedió a liberar a Ovidio Guzmán.

«En el deseo de obtener un resultado positivo, la policía ministerial actuó de manera precipitada, con una planificación insuficiente y una falta de conciencia de las consecuencias», declaró el secretario de defensa de México, General Luis Cresencio Sandoval.

El número final de enfrentamientos entre el cartel y el ejército fue de 14 muertos, incluidos cuatro civiles, en medio de la confusión, estalló un motín en la cercana prisión de Aguaruto, donde dos guardias fueron asesinados y 49 prisioneros escaparon.

Violencia en México.
En la etapa actual, ni la paz ni la guerra son una solución viable, el estado mexicano es demasiado débil para librar una guerra infinita de contra numerosos carteles, y también es demasiado débil para establecer las condiciones para una eventual negociación de paz.

La violencia en México ha sobrepasado la capacidad de acción del estado

El nivel de violencia en México ha alcanzado niveles récord en los últimos años, y su crecimiento parece imparable, según el instituto nacional de estadística de México, hubo 35 mil 964 asesinatos en 2018, por lo que fue el año más violento en la historia moderna de México.

La violencia en México surgió por primera vez en 2006 cuando el presidente Felipe Calderón declaró la llamada «guerra contra las drogas», antes de la administración del presidente Calderón, México experimentó aproximadamente 10 mil homicidios por año en promedio, menos de un tercio de la cifra actual.

La violencia no solo se ha disparado desde 2006, sino que el número de carteles también ha aumentado de seis a 37, generando ingresos totales estimados de 29 mil millones de dólares, lo que también ha generado más peleas territoriales.

El aumento dramático en el número de carteles y grupos criminales que operan en México se debe en gran medida a la política del presidente Calderón, que se centró casi exclusivamente en arrestar a los líderes de los carteles, fragmentando los grupos criminales previamente consolidados.

Hoy, los políticos mexicanos se dividen entre los que proponen tomar medidas violentas contra los carteles de la droga y los que proponen un acuerdo de paz, ambas estrategias, sin embargo, son limitadas.

Cuál será el fin de la violencia en México

Por un lado, el estado no debe tolerar grupos criminales o sus actividades y, por otro lado, el gobierno no puede arriesgarse a un mayor aumento de la violencia en México, esta guerra no se parece en nada a una guerra convencional, pues es una guerra de todos contra todos los carteles y el estado, se asemeja más a una guerra civil que a una convencional.

El verdadero problema de combatir a los carteles es que operan en el desierto, en la jungla, así como en áreas urbanas altamente pobladas, donde las fuerzas de seguridad deben estar equipadas y capacitadas para operar en varios contextos diferentes al mismo tiempo.

Además, esta guerra plantea altos riesgos para la población, que puede verse afectada por las operaciones militares, o ser utilizada como escudos o rehenes de los carteles, pues se debe considerar que un cartel de drogas nunca se «rendirá», al igual que un estado en una guerra convencional.

Los cárteles son muy fluidos, y se fragmentan, atomizan y reorganizan fácilmente de acuerdo con las condiciones de su entorno y fruto de los arrestos, divisiones internas, muerte del liderazgo, etc., existe la esperanza que las guerras terminen, en algún momento, pero como lo señaló El Chapo: «el tráfico de drogas nunca terminará» y el único efecto de la guerra sobre el crimen organizado es sumergirse en un nuevo ciclo de violencia en México interminablemente.

Aunque se sabe que esta «guerra» contra los carteles es claramente una estrategia fallida, el gobierno necesitaría negociar 37 acuerdos de paz diferentes, uno para cada cartel y grupo criminal, lo cual es esencialmente imposible y al agregar la inestabilidad volátil de los carteles, queda claro que un pacto o tratado para poner fin a la guerra, es imposible de alcanzar.

Cualquier acuerdo con un grupo criminal será inevitablemente de corta duración. En algún momento, la ineficiencia crónica de la policía municipal y el sistema de justicia permitirá a los carteles ampliar sus márgenes de autonomía, paralizando aún más la autoridad del estado y acrecentando la violencia en México.

El problema en México es estructural y el país permanecerá en un estado de emergencia constante hasta que sus instituciones reduzcan las áreas grises en las que prospera el crimen y los cambios necesarios tomarán mucho más tiempo.

Fuente
MilenioElPais

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