
223 líderes sociales y defensores de derechos humanos han sido asesinados este año
Activistas en Colombia han advertido que siguen enfrentando el exterminio a pesar de la pandemia de coronavirus, ya que Amnistía Internacional acusó al gobierno del país de hacer poco para protegerlos. Al menos 223 líderes sociales y activistas comunitarios que defienden los derechos humanos, ambientales y de la tierra, han sido asesinados este año, según el guardián local Indepaz.
«Estamos siendo asesinados y masacrados, gota a gota», expresó Danelly Estupiñán, quien lidera el proceso de la comunidad negra, o PCN, un grupo activista dedicado a los derechos afrocolombianos, en Buenaventura, una ciudad portuaria afrocolombiana en la costa del Pacífico.
Estupiñán ha recibido innumerables amenazas de muerte, ha sido seguido por hombres sospechosos y ha entrado en su casa en los últimos meses. El nuevo informe de Amnistía Internacional titulado «¿Por qué quieren matarnos?» y publicado el hoy, identificó cuatro zonas del país como particularmente peligrosas para los activistas.
Buenaventura; la provincia amazónica de Putumayo; la región de Catatumbo devastada por la guerra en la frontera con Venezuela; y el asentamiento indígena Kubeo-Sikuani en los planos orientales, son los lugares en donde los líderes son asesinados casi a diario.

El gobierno nacional se mantiene inactivo mientras los activistas siguen siendo asesinados. No es ningún secreto que la paz nunca llegó a Colombia.
«Durante años, Colombia ha sido uno de los países más peligrosos del mundo para las personas que defienden los derechos humanos, el territorio y los recursos naturales», indicó Erika Guevara-Rosas, directora para las Américas de Amnistía, en un comunicado a los medios de comunicación el jueves, sobre líderes sociales asesinados.
«Los defensores seguirán siendo asesinados, hasta que el gobierno aborde eficazmente cuestiones estructurales como la profunda desigualdad y marginación que sufren las comunidades, la propiedad y el control de la tierra, la sustitución de cultivos ilícitos y la justicia», afirmó Guevara-Rosas.
Estupiñán expresó que el coronavirus sólo se ha sumado a la violencia, con grupos armados y bandas de narcotraficantes luchando por el control de la región que rodea el puerto más grande de la costa del Pacífico colombiano, al tiempo que somete a gran parte de la población civil a bloqueos forzados violentamente.
«El encierro no hizo nada para frenar las amenazas a las que nos enfrentamos», indicó el activista de 40 años. «Cada ataque es emocional y psicológico; lo que significa que usted y su familia y colega no pueden dormir, relajarse, disfrutar de la vida. Es una agonía».