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Surinam vende patrimonio natural pese a los indígenas

Surinam está vendiendo su oro, madera y sus recursos, en detrimento y a costa de los derechos de las tierras tribales

El gobierno de Surinam otorga concesiones a empresas madereras y mineras que invaden y destruyen los territorios de los pueblos originarios y obligan a lo indígenas al desplazamiento forzado.

Surinam es uno de los países más ricos en biodiversidad del mundo, con más del 90% de su superficie cubierta por selvas tropicales, que albergan miles de especies de flora y fauna, muchas de ellas endémicas y amenazadas. Sin embargo, este patrimonio natural está en peligro, debido a la expansión de las actividades extractivas, especialmente la tala y la minería, que se realizan sin control ni regulación, y que afectan a los ecosistemas y a los derechos de los pueblos originarios que habitan en ellos. El gobierno de Surinam ha concedido grandes extensiones de tierra a empresas nacionales y extranjeras, que explotan los recursos naturales sin respetar las leyes ambientales ni las demandas de las comunidades indígenas y tribales.

Un modelo de desarrollo insostenible

Surinam es un pequeño país sudamericano, con una población de unos 600 mil habitantes, de los cuales el 10% son indígenas y el 15% son tribales. Los indígenas son los descendientes de los primeros habitantes de la región, y se dividen en cuatro grupos principales: los arawak, los carib, los warao y los akurio. Los tribales son los descendientes de los esclavos africanos que escaparon de las plantaciones coloniales, y se refugiaron en el interior del país, donde formaron comunidades autónomas, conocidas como cimarrones o maroons. Los tribales se dividen en seis grupos principales: los saamaka, los ndjuka, los matawai, los kwinti, los aluku y los paramaka.

Los indígenas y los tribales viven principalmente en las zonas rurales y remotas del país, donde practican una economía de subsistencia, basada en la agricultura, la pesca, la caza y la recolección. Su cultura, su identidad y su espiritualidad están estrechamente vinculadas a la naturaleza, y a los territorios que ocupan ancestralmente. Sin embargo, estos territorios no están reconocidos ni protegidos por el Estado, que los considera como tierras públicas o estatales, y que los entrega a empresas privadas, que los explotan sin consultar ni compensar a las comunidades afectadas.

Surinam basa su modelo de desarrollo en la extracción y la exportación de recursos naturales, como el oro, la bauxita, el petróleo y la madera. Estos recursos representan el 90% de las exportaciones y el 30% del producto interno bruto (PIB) del país. Sin embargo, este modelo tiene un alto costo ambiental y social, pues implica la deforestación, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, el desplazamiento, el conflicto y la violación de los derechos humanos de los pueblos originarios.

Surinam contra sus recursos.
Comunidades como el Saamaka son vocales en oposición al aumento de la minería y la tala.

Una resistencia pacífica, pero muy organizada

Los indígenas y los tribales de Surinam no se han quedado de brazos cruzados ante la invasión y la destrucción de sus territorios. Desde hace años, han venido luchando por el reconocimiento y el respeto de sus derechos colectivos, tanto a nivel nacional como internacional. Han recurrido a diversas estrategias, como la movilización, la denuncia, la negociación, la educación, la documentación, la alianza y la incidencia. Han logrado algunos avances, como la ratificación del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre pueblos indígenas y tribales, y la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) a favor de los saamaka, que ordena al Estado a demarcar y titular sus tierras, y a consultarles sobre cualquier proyecto que les afecte.

Sin embargo, estos avances han sido insuficientes y lentos, pues el gobierno de Surinam no ha cumplido con sus obligaciones internacionales, ni ha mostrado voluntad política para resolver la situación de los pueblos originarios. Por el contrario, el gobierno ha seguido otorgando concesiones a empresas madereras y mineras, que operan con impunidad y violencia, y que generan graves conflictos con las comunidades locales. El gobierno también ha criminalizado y reprimido a los líderes y activistas indígenas y tribales, que se oponen a la destrucción de sus territorios y a la violación de sus derechos.

Un llamado a la conciencia y la solidaridad

Los indígenas y los tribales de Surinam no están solos en su lucha por la defensa de sus territorios y sus derechos. Cuentan con el apoyo y la solidaridad de diversas organizaciones y redes nacionales e internacionales, que les brindan asesoría, acompañamiento, capacitación, financiamiento y visibilidad. Entre estas organizaciones se encuentran la Organización de los Pueblos Indígenas de Surinam (OIS), la Asociación de Autoridades Saamaka (ASA), la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas y Tribales de Surinam (ONPITS), el Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el Caribe (FILAC), el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la Organización No Gubernamental de Desarrollo Ambiental (NIMOS), y la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), entre otras.

Estas organizaciones hacen un llamado a la conciencia y la solidaridad de la sociedad civil, los medios de comunicación, los organismos internacionales, los gobiernos y las empresas, para que se sumen a la causa de los pueblos originarios de Surinam, y para que exijan al Estado que cumpla con sus compromisos y responsabilidades. Asimismo, hacen un llamado a la reflexión y al cambio de paradigma, para que se reconozca y se valore la importancia de la diversidad cultural y biológica, y para que se promueva un desarrollo sostenible y respetuoso con los derechos humanos y la naturaleza.

Fuente
TheGuardianFaolex.FAOOAS

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