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¿Se terminará en algún momento el hambre en el mundo?

El mundo se enfrenta a un desafío histórico para erradicar el hambre y la malnutrición, agravada por el cambio climático y los conflictos

Un problema persistente y creciente

El hambre es una de las mayores injusticias y amenazas que sufre la humanidad. Según el último informe de las Naciones Unidas sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, el número de personas que padecen hambre aumentó hasta alcanzar los 828 millones en 2021.

Esto supone un aumento de unos 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde el brote de la pandemia de la COVID-19. Esto significa que casi el 10% de la población mundial no tiene acceso suficiente a alimentos nutritivos y suficientes para llevar una vida sana y activa.

El flagelo del hambre no solo afecta a la salud y el bienestar de las personas, sino también a su desarrollo económico, social y cultural. Tambien provoca desnutrición, que a su vez causa enfermedades, discapacidades, mortalidad infantil, bajo rendimiento escolar y menor productividad laboral.

El hambre también genera pobreza, desigualdad, violencia, migración forzada y conflictos. El hambre es, en definitiva, un obstáculo para el progreso y la paz mundial.

El mundo se había propuesto acabar con el hambre para 2030, como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pero si las tendencias actuales se mantienen, este objetivo será inalcanzable.

Se prevé que casi 600 millones de personas seguirán padeciendo hambre en 2030, y que más de 660 millones sufrirán inseguridad alimentaria severa. El mundo se está alejando peligrosamente de la meta de hambre cero, y necesita revertir esta situación con urgencia.

El hambre, no tiene fin.
Si el mundo tiene suficiente para alimentar a su gente, ¿por qué tantas naciones sufren de hambre?

Un desafío multidimensional y complejo

El hambre es un problema multidimensional y complejo, que tiene múltiples causas y consecuencias, y que requiere de soluciones integrales y coordinadas. El hambre no solo depende de la disponibilidad y el acceso a los alimentos, sino también de su calidad, diversidad, seguridad y asequibilidad.

Este mal, no solo está determinada por factores naturales, como el clima y los recursos, sino también por factores humanos, como las políticas, las instituciones, los mercados y los comportamientos.

La hambruna, se vio agravada por la pandemia de la COVID-19, que ha provocado una crisis sanitaria, económica y social sin precedentes. Que ha afectado a la producción, el comercio, el consumo y la distribución de alimentos.

La pandemia ha aumentado la pobreza, el desempleo, la inflación, la inestabilidad y la vulnerabilidad de millones de personas, especialmente de los grupos más marginados y excluidos. Como las mujeres, los niños, los ancianos, los indígenas, los campesinos, los refugiados y los desplazados.

El hambre también está relacionada con el cambio climático, que altera los patrones meteorológicos, reduce la biodiversidad, degrada los ecosistemas, aumenta la frecuencia e intensidad de los desastres naturales y genera escasez de agua y tierra.

El cambio climático afecta a la seguridad alimentaria y la nutrición de las poblaciones más dependientes de los recursos naturales, y que tienen menos capacidad de adaptación y mitigación. El cambio climático también contribuye a la generación de conflictos por el control y el acceso a los recursos.

Un compromiso colectivo y urgente

El hambre es un problema global, que requiere de una respuesta global. El hambre no se puede resolver con medidas aisladas o puntuales, sino con una estrategia integral y sostenible, que aborde las causas y las consecuencias del problema, y que involucre a todos los actores y sectores relevantes.

la desnutrición, no se puede combatir con la caridad o la asistencia, sino con la solidaridad y la cooperación, que garanticen el derecho humano a la alimentación y la nutrición adecuadas.

Este es un problema urgente, que requiere de una acción urgente. Uno que no se puede postergar o ignorar, sino que debe ser una prioridad en la agenda política y social, y debe contar con los recursos y los medios necesarios para su solución.

Tampoco, se puede tolerar o aceptar, sino que debe ser denunciado y eliminado, como una condición indispensable para el desarrollo humano y la dignidad humana.

Se trata de un problema posible de resolver, que requiere de una voluntad posible de generar. Se trata de una fatalidad o una inevitabilidad, y un desafío y una oportunidad, que depende de las decisiones y las acciones que tomemos como individuos y como sociedad.

El hambre se puede terminar en algún momento, si nos comprometemos colectiva y urgentemente con este objetivo.

Fuente
ElPaisFAOUNICEF

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