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El despropósito del agua gourmet y los alimentos libres

El absurdo del etiquetado excesivo y las nuevas tendencias de información de ausencia

En los últimos años, se ha creado una tendencia cada vez más sediciosa sobre los alimentos y los problemas que trae el tratamiento de estos, de ello se derivan varias tendencias, unas abogan por la proliferación de productos exentos de la manipulación humana los orgánicos, los organismos genéticamente modificados o OGM y el uso excesivo de hormonas, que tienen la razón de su lado y los que abogan por la reducción de gluten, azúcar y hasta la sal, pero esto no es un problema en sí, la verdadera locura está en el etiquetado de los alimentos, porque las continuas regulaciones y la desesperada acción de las compañías en atraer a más consumidores, conducen a resultados cada vez más irracionales.

Por lo que al día de hoy podemos adquirir agua «premium», que no solo está libre de transgénicos y gluten, sino que también está certificada como agua kosher y orgánica, y de la que realmente no importa que ni una sola gota de agua en ninguna parte contenga ninguna propiedad o esté alterada de alguna manera por esas designaciones y es que el mercado de las etiquetas está regulado de alguna manera, pero cada vez se hace más intrincado.

Es por ello que mientras algunas etiquetas proporcionan información útil que los consumidores no pueden detectar con facilidad, otras contienen afirmaciones verídicamente engañosas que explotan la brecha de conocimiento que los consumidores experimentan y aprovechan su disposición a pagar un precio más alto por las etiquetas de proceso o de ausencia, y es que no es fácil encontrar detalles sobre el origen de un producto que serían útiles, aunque si es fácil ver una botella de agua «sin gluten», sin GMO, orgánica o libre de sodio.

Etiquetas de Ausencia.
El etiquetado de ausencia, solo requiere un poco más de conocimiento sobre el tema para ver que no tienen un propósito verdadero, más que el de destacar contra la competencia.

Las etiquetas dicen más de lo que realmente es cierto

Esta falsa transparencia no hace nada para informar a los consumidores sobre la naturaleza de sus alimentos, además, en realidad puede disminuir el bienestar cuando va acompañado de un precio más alto y las nuevas regulaciones sobre el etiquetado que entrará en vigencia el próximo año solo empeorará las cosas.

Luego de la globalización de los productos y con la entrada en vigor de las normas de calidad ISO, el mundo de la información nutricional ha evolucionado grandemente, pero hasta finales de la década de 1960, los consumidores sabían nada o muy poco sobre el contenido nutricional de los alimentos preparados que compraban, todo conocimiento se fundamentaba en lo que algún seudo erudito habría afirmado o al contenido promocional visto o escuchado en la radio o la tv.

El exagerado crecimiento de los alimentos procesados, tuvo un impacto tal en el consumismo en contraposición a los alimentos naturales, que enfrentó a seguidores y detractores y termino ​​cambiando el status quo, dando lugar al sistema de etiquetado voluntario y obligatorio a principios de los años setenta, conocida como “Información Nutricional”. Poco a poco se ha aprendido más sobre la relación entre dieta y salud y en la necesidad de nuestro cuerpo a ciertos nutrientes y a los que no necesitamos.

Con ese sistema de etiquetas el gobierno norteamericano, buscaba brindar más información a los consumidores, y al aprobar la ley de etiquetado y educación nutricional de 1990, otorgó a la FDA o administración de alimentos y medicamentos estadounidense, la autoridad de exigir a las compañías que enumeren ciertos nutrientes y otros detalles sobre paquetes de alimentos, esta medida revolucionaria se adoptó rápidamente por gobiernos de todo el mundo y fue la fuente de la norma internacional de manipulación de alimentos, calidad de proceso de manufactura y de denominación de origen contempladas en las normas ISO.

A partir de ese momento y buscando más confundir que informar, el etiquetado de alimentos solo se ha vuelto más salvaje, donde existen algunas etiquetas, como «orgánico», que siguen estrictas pautas a las que están regulados, mientras que otras más libre, como «natural» se toman licencias poéticas, por lo que los huevos pueden provenir de gallinas que están «libres de jaulas» o «naturales» simplemente, mientras que la leche podría provenir de vacas que son «alimentadas con pasto»  o «libres de hormonas»,  de esto se puede entender que Libre, no tiene ninguna regulación, alimentadas con pasto no es un estándar internacional y libre de hormonas requiere un control de verificación constante.

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Etiquetas de Ausencia.
El etiquetado es una excelente iniciativa, pero en caso de que la información sea comprobable, cierta y no engañosa, pero ese es el gran reto.

La asimetría de la Información entre el productor y el consumidor es el problema

Para entender de qué se trata todo, se debe ir a la raíz comercial y el condicionamiento utilizado por la industria para coaccionar el consumo, a manera de ejemplo, al comprar un automóvil, son las características, el color, marca, tamaño, precio o eficiencia del combustible, lo que hace que se desee comprarlo, y al buscar esa opción, algunas de estas características, como el tamaño y el color, son visibles y verificables antes de comprarlas, mientras que otras, como la eficiencia del combustible de un automóvil, no pueden confirmarse hasta que no firmes en la línea punteada y recojas las llaves.

Por decirlo de otra manera, la compañía sabe más sobre el automóvil que usted, algo que los economistas llaman información asimétrica. Del mismo modo, los alimentos tienen características que se pueden observar solo después de la compra. Puede recoger una manzana y ver si tiene alguna imperfección, pero realmente no sabe si será dulce o agria y no podrá determinar cuántas calorías tiene incluso después del consumo, ese es el centro del asunto y es donde las etiquetas y su información, vienen con la ayuda.

La cuestión de la asimetría de la información es que nunca podrá eliminarse por completo, y es posible que los consumidores nunca tengan tanto conocimiento como desearían cuando realizan compras y es que el etiquetado obligatorio ha ayudado a reducir esta brecha, particularmente cuando la información adicional aumenta el bienestar del consumidor, como el conocimiento de que un alimento contiene 160 calorías o 60% de la dosis diaria recomendada de vitamina C.

Pero algunas compañías, sin embargo, usan etiquetas de alimentos para explotar esta brecha de conocimiento aprovechando las preocupaciones del consumidor sobre un determinado ingrediente o proceso con el fin de cobrar una prima o aumentar la cuota de mercado, utilizando con vileza, una de las formas con menos regulación que a proporcionando a las empresas un hoyo negro, donde regodearse con la falsa transparencia, son las etiquetas de ausencia, aquellas que manifiestan «no contiene», que se encuentran cada vez, en más productos que posiblemente, ni siquiera tuviesen el ingrediente negado en primer lugar.

Hace algo más de 10 años, existe una regulación, que exige que las hormonas no se usen en carne de cerdo o de ave e incluso que en los procesos de beneficiado no se utilice cloro, por lo que anunciar una pechuga de pollo es «libre de hormonas» no tiene sentido alguno, ya que esto se presupone, más, sin embargo, esto permite que una empresa cobre más o implica una ventaja sobre los productos de la competencia, que no han colocado el sello, por suponerlo implícito.

La verdadera preocupación es que los consumidores se volverán cada vez más desconcertados a medida que más empresas coloquen etiquetas cada vez más absurdas para que sus productos se destaquen de la competencia en la tienda, pero sólo obtendrán falsa transparencia y un precio más alto.

Fuente
FAO

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