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La meritocracia como arma de segregación

El escándalo sobre las admisiones devela el lado oscuro de la educación

No es para nadie un secreto que son las personas adineradas las que pueden llegar a cubrir los cupos de las mejores universidades y esto no sólo ocurre en américa latina, pues recientemente se ha conocido a través de una investigación del FBI que, en los Estados Unidos, se hace cualquier cosa fuera de la ley, para obtener el tan apreciado escaño o la beca, pero peor aún es saber que, muchos de ellos no llenan los requisitos mínimos y la meritocracia está muy lejos de la igualdad de oportunidades.

El reciente escándalo de admisiones de la universidad norteamericana de Yale es fascinante, pero no sorprendente, en él más de 30 padres multimillonarios han sido acusados penalmente sobre un esquema de pagó a través de una empresa fantasma, de grandes sumas de dinero para enviar a sus hijos a las mejores universidades.

La duplicidad de involucrados es extrema, pues se ha descubierto hasta donde ha llegado el grado de corrupción en el ámbito educativo, desde pagar a funcionarios de la universidad a inventar problemas de aprendizaje que faciliten hacer trampa en las pruebas estandarizadas, hasta adulterar imágenes para convencer a los jueces sobre una futura estrella deportiva.

No es ningún secreto que la gente adinerada hará casi cualquier cosa para conseguir que sus hijos entren a buenas escuelas, pero este escándalo sólo comienza a revelar las mentiras que sustentan la idea americana de la meritocracia.

William «Rick» Singer, quien admitió haber orquestado la estafa, explicó que hay tres maneras en que un estudiante puede entrar en la universidad de su elección: «hay una puerta por la que se entra por mérito propio; la puerta de atrás adelantando 10 veces más dinero; Y he creado la puerta lateral, que se refiere al pago de sobornos y falsificación de resultados de las pruebas.

Es imposible saber cuan común es, pero no hay razones para sospechar que comparativamente raro, ¿por qué?, porque en su mayor parte, los ricos no necesitan pagar sobornos ilegales, ya que pueden hacer pagos perfectamente legales.

En su libro de 2006 “El precio de admisión en colegios de Elite, Daniel Golden expone la forma en que las escuelas más importantes se decantan a favor de los donantes y los hijos de antiguos alumnos.

Maritocracia y Desigualdad.
El escándalo tan sólo sacó a la luz pública un secreto que todos conocían a voces, pero también puso de manifiesto que sólo el estudiante que posea una posición acomodada, tendrá los méritos suficientes para optar a una mejor educación.

La desigualdad de la meritocracia determina su subsistencia

Todo el mundo ya está familiarizado con la manera en que la familia Kushner, compró a Jared un lugar en Harvard, sólo le tomó 2.5 millones convencer a la escuela que Kushner era material para Harvard.

La desigualdad va mucho más allá, aunque, no es sólo las donaciones que los ricos aportan, los niños de la parte superior de la sociedad, ese 1%, han pasado toda su vida acumulando ventajas sobre sus contrapartes en el rango inferior.

Incluso en primer grado las diferencias pueden ser marcadas: comparar el ambiente de aprendizaje en uno de las desmoronadas escuelas primarias públicas de Detroit, con una escuela primaria privada que cuesta decenas de miles de dólares al año.

Hay escuelas secundarias, como la academia Phillips en Andover, Massachusetts, que tienen dotes de mil millones de dólares, y en todo el país, el nivel de educación que reciben dependerá de cuánto dinero dan los padres.

Muchas personas a menudo hablan de «igualdad de oportunidades», como la aspiración americana, pero nada más lejos de la realidad para tener igualdad de oportunidades se requiere una reingeniería radical de la sociedad de arriba a abajo.

Como existen abundancias de desigualdades, habrá diferencias colosales en las oportunidades que tienen los niños, por lo que no importa qué criterios de admisión se establecen, los niños con más recursos económicos, tendrá la ventaja.

Si oficiales de admisiones se centran en resultados de las pruebas, los padres podrán pagar tutorías y cursos de preparación para las pruebas; si los agentes se centran en cambio en cualidades «holísticas», es más simple, pues la riqueza siempre confiere una mayor capacidad para dar a sus hijos cualidades sobre otros.

Si queremos algo que se asemeja a una «meritocracia», probablemente tendríamos que comenzar por instituir el comunismo igualitario por completo, lo que en realidad sería una locura política.

En realidad, no es que nunca pueda existir tal cosa como una meritocracia, porque nunca va a haber igualdad de oportunidades, pues la función principal del concepto es asegurar que las élites merecen su posición en la escala.

Porque facilita a la «ansiedad de la riqueza», esa molesta sensación de que podrían ser los beneficiarios de la arbitraria «lotería de nacimiento» en lugar de los productos de su propio ingenio individual y trabajo duro.

Hay algo perverso sobre el sistema del colegio todo competitivo, pero podemos imaginar un mundo diferente, si todo el mundo es gratis, y con alta calidad de educación en la universidad pública y una educación pública comparable a la existente en la educación privada, por lo que habría que competir por algo.

En lugar de la farsa de los procesos de admisión, por el cual los estudiantes tienen que saltar a través de una serie de aros, para mostrarse digno de recibir una buena educación, en vez de admitir que todo el mundo que conoce el umbral establecido claramente para lo que se necesita hacer los cursos.

No es como si el sistema actual es la selección de la inteligencia o el mérito, la escuela a la que fuiste, sobre todo nos dice qué clase económica ostentas sus padres, pero no tiene que ser así.

Fuente
AirUsaTodayCurrentAffairs

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