El desafío de la extrema derecha contra el bipartidismo argentino

Este domingo 22 de octubre, los argentinos acudieron a las urnas para elegir al próximo presidente del país. Todo, en medio de una grave crisis económica y social. La contienda se presentó como una de las más inciertas y polarizadas de la historia reciente. Con la irrupción de un nuevo actor político que sacudió el bipartidismo reinante: Javier Milei, el candidato de la ultraderecha.

Milei, es un economista de 51 años, se convirtió en el fenómeno electoral del año, tras obtener el 30% de los votos en las primarias de agosto. Superando a la coalición del bipartidismo opositor Juntos por el Cambio (28,1%) y al oficialista Unión por la Patria (27%).

Su discurso radical, antisistema y provocador caló entre un sector de la población hastiado de la corrupción, la inflación y la pobreza. El líder del partido La Libertad Avanza se define como un defensor de los valores del liberalismo clásico, el individualismo y el mercado.

Propone eliminar al bipartidismo, el Estado, dolarizar la economía, derogar la ley de aborto y legalizar la venta de órganos. También se muestra abiertamente homofóbico, misógino y xenófobo. Sus seguidores lo llaman “el León” y lo ven como un salvador frente al “socialismo” que atribuyen al gobierno de Alberto Fernández.

Se espera que un nuevo presidente «rompa el bipartidismo» y asuma el cargo el 10 de diciembre

Milei logró captar el voto de los jóvenes, especialmente en las grandes ciudades, donde arrasó en las primarias. Su estrategia se basa en el uso intensivo de las redes sociales, donde tiene millones de seguidores, y en la organización de actos multitudinarios. Allí, desplegó su verborragia y su carisma.

Los principales rivales de Milei son Patricia Bullrich, una exministra de Seguridad de 67 años y candidata de la coalición de centroderecha. Y Sergio Massa, el actual ministro de Economía de 51 años que representa a la coalición peronista gobernante.

Los analistas coinciden en que Milei tiene pocas posibilidades de llegar, pero advierten que su influencia puede ser decisiva para definir el resultado. Si logra mantener o aumentar su caudal electoral, podría restar votos a Juntos por el Cambio, la principal fuerza opositora, que se disputa el electorado de centro-derecha.

Por otro lado, podría beneficiar al oficialismo, que busca remontar su derrota en las primarias y movilizar a su base con el argumento del “voto útil” contra la extrema derecha. Para ganar las elecciones presidenciales, un candidato debe obtener el 45% de los votos, o el 40% más una ventaja de 10 puntos sobre su competidor más cercano.