Un sismo de magnitud 7,6 sacudió el centro del país asiático el 1 de enero, causando al menos 100 muertos, miles de heridos y graves daños materiales. El gobierno declaró el estado de emergencia y pidió ayuda internacional para afrontar la crisis de año nuevo.
¿Un año nuevo de espanto, terremoto y tsunami?
El terremoto de año nuevo se produjo a las 16:10 hora local (8:10 GMT) del 1 de enero de 2024, con epicentro en la península de Noto, en la prefectura de Ishikawa, en la costa occidental de Japón. Según la Agencia Meteorológica de Japón (JMA), el sismo tuvo una magnitud de 7,6 en la escala de Richter y una profundidad de 10 kilómetros.
El terremoto se sintió con fuerza en todo el centro del país, especialmente en las prefecturas de Ishikawa, Toyama, Niigata y Fukui, donde se registraron intensidades de 6 o más en la escala japonesa, que mide el grado de sacudida en la superficie. También se percibió en otras regiones más alejadas, como Tokio, Osaka o Hiroshima.
El terremoto provocó el colapso de casas, edificios, puentes y carreteras, así como cortes de electricidad, agua y comunicaciones. Además, generó un tsunami de hasta 1,2 metros de altura, que azotó la costa de Ishikawa y otras zonas cercanas. Las autoridades emitieron una alerta de tsunami para toda la costa del mar de Japón, que fue la primera de este tipo desde el devastador sismo de 2011.
Pero ¿si dio respuesta el gobierno?
El terremoto causó al menos 100 muertos y más de 10 mil heridos, según el último balance oficial. La mayoría de las víctimas se produjeron por el derrumbe de edificios o por el impacto de objetos caídos. También se reportaron casos de personas atrapadas bajo los escombros o arrastradas por el tsunami. Además, unas 50 mil personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares por el riesgo de réplicas o inundaciones.
El sismo también tuvo un fuerte impacto económico, al afectar a sectores clave como la industria, el comercio, el turismo y la agricultura. Según estimaciones preliminares, el costo de los daños podría superar los 10 mil millones de dólares. Entre los daños más significativos se encuentran la paralización de varias plantas nucleares, la suspensión de los servicios ferroviarios y aéreos, y la destrucción de infraestructuras y cultivos.
Ante esta situación, el gobierno del primer ministro Shinzo Abe declaró el estado de emergencia y movilizó a las fuerzas de seguridad y de rescate para atender a las víctimas y restaurar los servicios básicos. Asimismo, solicitó la cooperación internacional, especialmente de Estados Unidos, China y Corea del Sur, para recibir ayuda humanitaria, técnica y financiera. Por su parte, el emperador Naruhito expresó su solidaridad con el pueblo japonés y pidió unidad y esperanza para superar la crisis.
Lecciones deja el terremoto para Japón y el mundo
El terremoto del 1 de enero de 2024 ha sido uno de los más fuertes y destructivos que ha sufrido Japón en su historia, y ha puesto a prueba la capacidad de resiliencia y de recuperación del país. El terremoto ha dejado varios desafíos y lecciones para Japón y el mundo, que se pueden resumir en:
- Prevención y mitigación, que implica la necesidad de mejorar los sistemas de alerta temprana, de reforzar las normas de construcción antisísmica, y de educar a la población sobre cómo actuar ante un terremoto o un tsunami.
- Reconstrucción y desarrollo, que implica la necesidad de movilizar recursos económicos, técnicos y humanos, para reparar los daños materiales, reactivar la actividad productiva, y apoyar a las comunidades afectadas.
- Solidaridad y cooperación, que implica el reconocimiento del valor de la ayuda mutua, tanto a nivel nacional como internacional, para enfrentar las emergencias y las crisis humanitarias.
- Adaptación y aprendizaje, que implica el aprovechamiento de la experiencia y el conocimiento adquiridos, para mejorar la gestión del riesgo y la reducción de la vulnerabilidad.
Un inicio de año nuevo difícil pero esperanzador
El año nuevo recibió a Japón con un terremoto, que causó una gran tragedia humana y material, pero que también despertó una gran solidaridad y resiliencia. El terremoto fue un duro golpe para el país, pero también una oportunidad para demostrar su fortaleza y su capacidad de recuperación. El terremoto fue un reto para el presente, pero también una lección para el futuro.
