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Agua dulce ilimitada

Jorge Lechuga Andrade, doctor, científico y catedrático de la Facultad de Ingeniería Química de la Universidad Autónoma de Yucatán, desarrolló un filtro que convierte el agua marina salada. A través de un proceso de ósmosis sustentable en agua pura y potable. El proyecto parte de la necesidad que existe a nivel mundial del vital líquido y en crear un método efectivo y económicamente viable para solventar esta necesidad.

El científico yucateco, con 33 años de experiencia en la industria privada y 28 años de docencia, adaptó un proceso de desalinización del agua por ósmosis inversa centrífuga. Utilizando la generación de vórtices de Dean. Esto le mereció el Premio Nacional del Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos en 2015.

Lechuga Andrade se dedicó durante muchos años a la industria de los plásticos y obtuvo recomendación de su asesor en la UPC. Por lo que decidió comenzar una investigación en los procesos de desalinización que, como un emprendimiento personal y meramente científico. Este se convirtió en un programa de mayor importancia económica y ecológica para el mundo.

Desalinizadora de agua por ósmosis sustentable.
El Doctor Lechuga Andrade ha obtenido una patente norteamericana para potabilizar aguas salobres.

Según ha afirmado el Instituto Oceanográfico Woods Hole, con sede en Estados Unidos, en el mundo hay más de dos mil millones de personas con escasez de agua. Muchas de ellas no tienen posibilidad de acceder en ningún caso al líquido vital.

El mexicano logra una patente de invención sobre el sistema de agua

“En el doctorado me enfoqué básicamente en el proceso de desalinización y de mejora del agua, a partir de lo que se hicieron tres innovaciones importantes”. Con respecto al desarrollo de su invento, reconoció que la primera tenía como fin abaratar los consumos de energía. «Esto, es lo más preocupante en el proceso de desalinización. La segunda era disminuir costos de producción y la tercera era generar la autolimpieza de las membranas, que son la base primordial de la salinización”, indicó.

Para que se entienda, hay que iniciar por comprender que el proceso de ósmosis convencional trabaja a partir de membranas. Fabricadas con producto poliméricos. Estas permiten el paso del líquido y retienen los sólidos suspendidos, este es un procedimiento de filtración pura y dura. Allí, la densidad de la membrana permite que el líquido filtrado resulte con más o menos impurezas.

En el caso de la ósmosis inversa convencional se trabaja con una membrana estacionaria o estática. Razón por la cual el líquido debe ser impulsado a través de ella por una bomba de alta presión. Para vencer la resistencia de la membrana de las paredes y se genere la ósmosis. Todo este proceso consume muchísima energía.

De la necesidad de un proceso que abaratara los gastos de energía y fuese auto limpiante. Surgió la idea de crear un proceso de autolimpieza que evitara el tiempo muerto y su repercusión en la productividad y los costos.

Luego de un análisis del sistema, se determinó que, colocando membranas móviles, el líquido tendría menor resistencia y se necesitaría menor consumo energético. Luego de varias simulaciones Fluent, basadas en la centrifugación, descubrieron que se necesitaba menor presión y por ende menor gasto de energía. «Solamente la palabra alta presión y baja presión representa muchos kilowatts y horas de consumo menores” afirmó el científico.

El desarrollo de la planta piloto valió para el investigador el reconocimiento de Invención de Desarrollo Tecnológico e Investigación en Ingeniería Química. Para el Instituto Mexicano de Ingenieros Químicos (IMIQ) y el Premio Ing. César Baptista por su Trabajo en Excelencia en Ingeniería Química.

Fuente
Conacyt

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