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2 mil muertos de la guerra de México contra la droga

No ha habido política gubernamental que logre derrotar la violencia

Mientras los cuerpos se siguen apilando y aparecen con sombría frecuencia en Tecomán y en otros lugares, el presidente entrante se enfoca en las raíces sociales del crimen, en el municipio más cruento de México, los cuerpos aparecen con frecuencia nauseabunda, o al menos, algunas partes de ellos y es que el torbellino de la violencia y la delincuencia de México, no tiene parangón y nadie sabe cómo el terrorismo del narcotráfico se puso tan mal.

Cadáveres y más cadáveres aparecen escondidos en bolsas de basura o hamacas, en mochilas empapadas de sangre y algunos son abandonados en carriles para bicicletas o canales, en las esquinas de las calles o campos de fútbol, miembros mutilados, triturados y hasta quemados y revueltos, estos son los símbolos de una guerra contra las drogas que no ha podido vencer el país.

«A veces ni siquiera sabemos quiénes son», admitió Arturo Bautista, el administrador canoso del cementerio de Tecomán y el custodio final de las víctimas de la implacable máquina de matar de una ciudad costera del pacífico.

En pocos lugares puede sentirse la ferocidad y la inutilidad de la guerra contra las drogas como en Tecomán, una comunidad costera que alguna vez fue tranquila y turística y que el año pasado, aumentó su tasa de homicidios a 172.51 muertes por cada 100 mil habitantes, lo que la asemejó a la de una zona de guerra.

Se culpa al asalto militarizado de México a los cárteles de la droga, fundada por el ex presidente Felipe Calderón en 2006, por fragmentarlos en facciones más pequeñas y en conflicto, que desencadeno una guerra territorial que ha convertido a Tecomán y municipios vecinos a lo largo de su estratégica costa oeste en uno de los más violentos.

Luego de un estimado de 200 mil muertes, el nuevo presidente de México se ha comprometido a revisar esa «estrategia fallida», en los primeros seis meses de este año ya se han dado más homicidios a nivel nacional que en el mismo periodo de los últimos veinte años, cuando empezaron los registros.

Alguna vez, Colima fue uno de los estados más seguros de México, un lugar al que iban en busca de santuario los mexicanos que querían huir de los enfrentamientos con narcotraficantes, pero ahora, los funcionarios de Tecomán, un pueblo agricultor en la costa del Pacífico, apenas y se encogen de hombros cuando ocurren dos homicidios en unas pocas horas, ya no es algo fuera de lo común.

Violencia en México.
Tecomán y todo México estaba perdiendo sus valores, las tradiciones que habían mantenido unidas a las familias y lejos a los criminales.

El torbellino de violencia que enfrentará López Obrador

«No se puede combatir la violencia con violencia», prometió Andrés Manuel López Obrador en Ciudad Juárez, una de las ciudades más notoriamente mortíferas de México, al comienzo de una serie de debates a nivel nacional sobre política de seguridad, «No se puede combatir el mal con el mal».

Esas promesas son música para los oídos de los votantes en Tecomán y tres municipios cercanos, Armería, Ixtlahuacán y Manzanillo, todos los cuales eligieron alcaldes morenistas, en julio, “Lo que está pasando aquí está pasando en todo el Estado, todo el País”, expresó José Guadalupe García Negrete, Presidente Municipal de Tecomán, “es como un cáncer”.

Elías Lozano, el alcalde electo de Tecomán, dijo que estaba decidido a revivir una ciudad agrícola que una vez fue famosa por sus limas, «la gente clama por seguridad», dijo el empresario de 56 años, «los tecomenses son personas decentes y merecemos vivir de manera diferente».

López Obrador, como la mayoría lo llama, solo toma el poder en diciembre y los detalles precisos de su enfoque a la seguridad pública siguen sin estar claros, pero los primeros indicios sugieren que dependerá mucho menos de la represión militarizada y se centrará más en las raíces sociales del crimen.

La hoja de ruta de «pacificación» de AMLO incluye, la celebración de «foros de escucha» a nivel nacional en los que se consultará a las víctimas de la violencia, líderes religiosos y académicos sobre políticas de seguridad, y en la primera audiencia de este tipo, López dijo que no se dejaría piedra sin mover en su intento de «pacificar a nuestro querido México». «No debe haber tabúes, ni autocensura… Todo lo que la gente de México acuerde se llevará a cabo».

Considerando la despenalización de la marihuana y una amnistía limitada para los delincuentes no violentos. «Yo digo: perdona, pero no olvides'», ha manifestado, también ha propuesto comenzar creando comisiones de la verdad para investigar los peores episodios de violencia y sobre todo asumir la responsabilidad personal de la política de seguridad y organizar reuniones diarias de seguridad a las 6 de la mañana.

“El gobierno de Peña Nieto subestimó muy seriamente, o malentendió, la naturaleza del problema que vivía México”, dijo David Shirk, profesor de la Universidad de San Diego que ha estudiado la guerra contra el narco, “Pensaron que con usar mercadotecnia cambiarían la conversación y enfocarían la atención de la gente en todas las cosas buenas que estaban pasando para alejarla del problema de violencia que pensaron era exagerado”.

La administración de los Pinos afirma que ha encarado a la violencia con toda la seriedad, pero el aumento en los homicidios lo causan diversos factores entre ellos, la debilidad de la policía local y estatal, la fractura de los grupos criminales después de que sus líderes han sido arrestados, el incremento en la demanda de drogas en Estados Unidos y el flujo de dinero y armas que manda a México, son los más evidentes.

“El Gobierno de la República se ha pronunciado públicamente sobre el repunte de violencia como un asunto de atención prioritaria”, mencionó el secretario de gobernación en un comunicado, agregando que las fuerzas armadas fueron desplegadas a ciudades peligrosas como Tecomán.

Pero ante las cifras, los funcionarios presentaron un nuevo presunto culpable, pues dicen que las reformas al sistema jurídico promovidas por el gobierno anterior fracasaron y eso es lo que ha vuelto a México más peligroso que nunca.

Indira Vizcaíno, la persona de AMLO en el estado de Colima, donde se encuentra Tecomán, dijo que la política de seguridad ya no sería «solo una cuestión de combatir el fuego con fuego», pues, «las tasas de delincuencia no suben porque las personas sienten que son malas. Las tasas de criminalidad aumentan porque la gente necesita comer», por lo que «esto no significa que no tendrá una estrategia para combatir el crimen organizado… Por supuesto que lo hará. Pero su objetivo clave es lidiar con las causas».

La reforma judicial pretende enmendar el estado de derecho y adoptar un modelo muy similar al estadounidense, en el que hay presunción de inocencia, la evidencia se presenta en una corte abierta al público y se busca que sea más difícil esconder la corrupción, porque conlleva, a que no haya detenciones arbitrarias y que los sospechosos que son detenidos sin prueba deban ser liberados, por lo que varios funcionarios argumentan que el sistema acusatorio es responsable de que haya más crimen y una mayor impunidad.

Benjamin Lessing, autor de Making Peace in Drug Wars, dijo que estaba animado por la disposición de AMLO a considerar políticas tabú como la despenalización y la amnistía, incluso si la última palabra era innecesariamente inflamatoria, uno de los mayores problemas con el debate sobre la política de drogas fue que muchas opciones fueron rechazadas por prejuicios, afirmó, «en cambio, nos vemos atrapados en una especie de histeria: tenemos que luchar hasta la muerte y que todos los traficantes deben ser eliminado.»

Lessing dijo que creía que López debería adoptar una estrategia de «minimización de la violencia» diseñada a reducir la tasa de homicidios de México al apuntar a cárteles que insistían en perpetrar actos de violencia mortal como los que asolaron a Tecomán, pues «cuando hay… una espiral de violencia homicida, lo más importante es dejar en claro, especialmente al crimen organizado, que no vale la pena ser violento. Y la forma en que envía este mensaje es que los castiga más por ser violentos, [y] se retracta de la investigación de actividades delictivas no violentas”.

La semana pasada, después de una breve e inusual calma en el derramamiento de sangre durante el período electoral, un cadáver decapitado fue arrojado a un puente en las afueras de la ciudad. Días antes se encontró un cementerio clandestino que contenía una cantidad desconocida de cadáveres.

Lozano admitió que pacificar un lugar así sería difícil y para ilustrar su punto, contó la historia de un empresario local que había reforzado la seguridad en su rancho después de descubrir el uso generalizado de cristal de coca entre los trabajadores, poco después, llegó una carta advirtiendo que los directores de la compañía comenzarían a morir si la represión continuaba, pero no se detuvieron, dijo el alcalde electo.

Lozano, quien admitió que tenía que ser «muy cuidadoso» al debatir sobre «un tema delicado», enfatizó que no era tarea del alcalde combatir a los cárteles, «pero es muy difícil ver lo que está sucediendo y no ser capaz de hacer nada», agregó, dando a entender que una solución podría ser crear milicias comunitarias como se ve en el vecino estado de Michoacán, al preguntársele cómo Tecomán había sido víctima de semejante carnicería, Lozano culpó a «la falta de políticos honestos».

«Esa es la raíz de todo. Los políticos tuvieron la opción de decidir entre permanecer al margen o involucrarse, y muchos decidieron involucrarse porque había beneficios económicos «.

Fuente
Reforma

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