Migrantes son cruelmente repelidos de México
Mientras cientos cruzaban el río fronterizo, la guardia nacional los enfrentó violentamente
Los guardias nacionales con equipo antidisturbios han acorralado a cientos de migrantes centroamericanos y los han transportado a autobuses mientras México continúa con los esfuerzos para contener la migración masiva, bajo la presión de la administración Trump.
Las fuerzas de seguridad bloquearon el camino de los migrantes cerca de la ciudad de frontera de Hidalgo el jueves por la tarde, después de que cientos de personas hubieran arrasado México a través del río Suchiate que divide el país desde Guatemala.
Los migrantes se habían detenido por el día en una encrucijada a la sombra cuando las fuerzas de seguridad avanzaron y un breve intento de negociación se estancó.
A medida que los migrantes se arrodillaban en oración y comenzaban a cantar «Queremos pasar», los guardias nacionales avanzaron golpeando sus escudos de plástico con porras, había empujones y gas pimienta a medida que los migrantes eran detenidos.
Muchas de las personas se dejaron escoltar a los autobuses sin resistencia, sobre todos, las mujeres que acunan a los niños pequeños o sostienen las manos de los niños lloraron mientras caminaban hacia los vehículos.
Otros se resistieron y fueron sometidos por guardias, un hombre que era arrastrado por cuatro guardias gritó: «Mataron a mi hermano, no quiero morir», presumiblemente en referencia a la posibilidad de ser devuelto a su país, el camino quedó lleno de botellas de agua, bolsas de plástico y ropa.
Los migrantes fueron repelidos violentamente por la guardia nacional
Llevando banderas estadounidenses y hondureñas a la cabeza de la procesión, los migrantes habían estado caminando por una carretera hacia cientos de guardias nacionales desde que cruzaron el río Suchiate desde Guatemala al amanecer.
México ha reprimido las grandes caravanas de migrantes que, se habían visto anteriormente tras la intensa presión de Washington el año pasado.
Aníbal, quien se negó a dar su apellido por temor a represalias de las autoridades de inmigración, se unió a la caravana mayoritaria hondureña de su ciudad natal de Santa Rosa en Guatemala, él y otros descansaron a la sombra de un árbol el jueves por la mañana después de caminar durante horas a lo largo de la carretera.
Estaba decidido a llegar a los Estados Unidos, sin importar dónde, y trabajar para ahorrar dinero y regresar por su esposa y tres hijos, en su casa trabajó a tiempo parcial como obrero, maquinista, vendiendo ropa usada, pero no había suficiente trabajo, «necesitamos que nos dejen pasar», comentó.
Preguntado sobre las afirmaciones del presidente de México de que la migración y los migrantes debe ser regulada y ordenada, indicó: «Necesita tener un poco más de compasión… nos estamos yendo por necesidad. No vamos por la ambición».
