La tormenta perfecta del Niño

Es «muy inusual», «preocupante», «aterrador» y «loco». Estas son las reacciones de los científicos al fuerte aumento de las temperaturas de la superficie del Atlántico Norte. En los últimos tres meses se plantean la cuestión de si el clima mundial entró en una fase más errática y peligrosa. Con el inicio de un evento de El Niño además del calentamiento global provocado por el hombre.

Desde abril, el calentamiento parece haber entrado en una nueva trayectoria. Mientras tanto, el área de hielo marino global se retrajo en más de 1 millón de kilómetros cuadrados por debajo del mínimo anterior y todo por culpa de El Niño.

«Hace unas décadas, algunas personas podrían haber pensado que el cambio climático era un fenómeno relativamente lento. Ahora estamos presenciando nuestro cambio climático a un ritmo aterrador», explica el profesor Peter Stott, quien dirige el equipo de monitoreo y atribución climática de la Oficina Meteorológica del Reino Unido.

«A medida que El Niño se acumula durante el resto de este año, agregando un impulso adicional a los efectos dañinos del calentamiento global inducido por el hombre. Muchos millones de personas en todo el planeta y muchos ecosistemas diversos enfrentarán desafíos extraordinarios y desafortunadamente sufrirán grandes daños».

El patrón climático de El Niño surge cuando los vientos normales del este se debilitan y el agua caliente se extiende por todo el Pacífico

El impacto inmediato es en la vida marina, es que no está acostumbrada a las aguas calientes en varios grados en algunas áreas. Más preocupante aún, la energía extra en el océano, que es el mayor absorbente de calor del mundo. Puede traer tormentas más feroces de lo habitual, vertederos de lluvia más destructivos y olas de calor más largas y calientes.

Cuando los extremos en el Atlántico norte comenzaron a registrarse en abril, la esperanza era que esto demostrara ser un problema temporal. En mayo, sin embargo, la temperatura promedio en la región fue la más alta desde que comenzaron los registros en 1850.

El 12 de junio, el climatólogo Brian McNoldy provocó una tormenta en Twitter al calcular que, según datos anteriores, había una probabilidad entre 256 mil de que esto sucediera. Esta anomalía llevó a algunos comentaristas a preguntarse si algo imprevisto, un evento de cisne negro, estaba ocurriendo en el sistema climático.

Las cabezas más tranquilas explicaron que sera más probable que fuera el resultado de El Niño. Además de otros factores naturales amplificados por las emisiones de gases de efecto invernadero de los automóviles, las fábricas y la tala de bosques.

Michael Mann, de la Universidad de Pensilvania, advirtió contra la «selección selectiva» de un conjunto de datos de una región durante un período de tiempo relativamente corto. Era más importante, señaló, centrarse en el panorama general.

Y no sólo en la quema de combustibles fósiles estaba llevando a huracanes más poderosos y destructivos, además de proporcionar la energía en la atmósfera para alimentar eventos climáticos extremos. Sequías, olas de calor, incendios forestales e inundaciones. «Tenemos que dar un paso atrás y mirar el panorama general. Y es alarmante. La verdad», indicó Mann, «ya es bastante mala».

La anomalía fue el resultado de la carga a largo plazo del sistema climático por 380 zeta julios de calor adicional. Indicó, Katharine Hayhoe, científica jefe de Nature Conservancy de la Universidad Tecnológica de Texas. «Casi el 90% ha ido al océano. Y es ese aumento gradual pero inexorable en el contenido de calor del océano en escalas de tiempo de décadas en lugar de años lo que más preocupa a los científicos del clima», explicó.