
Los venezolanos vuelven a poner pies en polvorosa debido a la crisis nacional
Los rostros cansados y demacrados del grupo de venezolanos que se acercan en caravana a la frontera, dejan poca necesidad de explicación sobre por qué el desesperado grupo que migra a Colombia, deja su país natal. Mujeres, ancianas y niños que, apenas podía permitirse comprar alimentos con el dinero que ganaba en medio de una estricta cuarentena de coronavirus.
La semana pasada muchos de estos venezolanos migrantes, caminaron e hicieron autostop por unos 800 kilómetros desde la Capital Caracas, hasta la ciudad fronteriza occidental de Venezuela, San Cristóbal, con la esperanza de llegar a la vecina Colombia.
«Mira lo desnutrido que estoy», comentó, Yaidis Colmenares mientras caminaba con un grupo de 15 personas a través de un parque cerca de una avenida importante para evitar bloqueos de carreteras establecidos por la policía y la guardia nacional para hacer cumplir una cuarentena nacional.
«Ahora todo está en dólares. Tenemos que correr o moriremos», señaló, refiriéndose a la creciente dolarización de los bienes básicos en Venezuela que los hace inaccesibles para la gran mayoría de la población, a la que se les paga en moneda local.

«Los venezolanos, se van porque no pueden permitirse comer o alimentar a su familia», señaló un vecino al paso de la caravana
Los venezolanos se enfrentan a una economía cada vez más disfuncional ante la que la escasez de combustible hace imposible el transporte básico y los bienes y servicios básicos son tan caros que la mayoría no puede permitírselos. Las tareas sencillas, como la limpieza del alojamiento y el lavado de ropa, se han convertido en una lucha constante debido a la falta de electricidad y agua corriente.
La renovada emigración amenaza con aumentar las filas de la diáspora venezolana en toda América del Sur, una crisis de refugiados de proporciones nunca presenciadas en la región. Las naciones unidas estiman que unos 5 millones de venezolanos abandonaron el país entre 2015 y 2019, en su mayoría para otras partes de Sudamérica, para escapar de un colapso económico hiperinflacionario bajo el presidente Nicolás Maduro.
Este año, al menos 100 mil venezolanos regresaron a su país cuando la pandemia cerró negocios y dejó a los que trabajaban como vendedores ambulantes informales incapaces de ganarse la vida. Los que regresaron afirmaron que fueron estigmatizados por el gobierno por alimentar la enfermedad y terminaron en una existencia de mano a boca que se vio empañada por apagones, delitos y escasez crónica de combustible.