El Proyecto Bosque del Sahara crea oasis entre las dunas

No se trata de algún cuento de las mil y una noches, tampoco de un milagro y mucho menos de un espejismo al que estamos acostumbrados a ver en el peor calor del desierto, pero el Rey Abdullah II de Jordania, fue el primero en apostar al proyecto del bosque del Sahara, PBS, desde hace dos años y ya dentro de los invernaderos, hay pequeñas hojas de rúcula silvestre, lechuga y pak choi en la tierra, dragonfruit, samphire de mar y gerberas, fresas brillantes y fila tras fila de enredaderas, envueltas en cables, con pepinos, albahaca y más de nueve variedades de tomates, tomando la energía del sol y el agua del mar, sembraron el desierto y lo hacen verde y productivo.

«Mi albahaca es un poco irregular», afirma Blaise Jowett, jefe agricultor de la base en Jordania, en tono de disculpa, «pero las mantengo para el pesto», Jowett no debería ser demasiado apologético, fuera del invernadero, un camello pasta a 40°C y la arena rosa pálida se extiende a las montañas rocosas en la distancia, solo los penachos verdes más resistentes se elevan por el suelo, pues aquí no hay agua y por ende no hay árboles.

Este lugar en el desierto jordano, a solo un kilómetro de la frontera con Israel y 15 km hacia el interior del Mar Rojo, puede ser uno de los lugares más sorprendentes en la Tierra para comenzar una granja y también es el que, de alguna manera, tiene más sentido.

Esta es la manera de hacer sustentable la producción de alimentos

En 2050 habrá alrededor de 9,3 mil millones de personas que compartan el mismo planeta, pero actualmente, el mundo enfrenta desafíos entrelazados de seguridad alimentaria, hídrica y energética, además del cambio climático y la desertificación, ninguno de estos desafíos tiene soluciones reales a corto plazo y al mismo tiempo, está claro que no podemos permitirnos una respuesta a un desafío que se produce a expensas de otro, pues los mayores desafíos de nuestro tiempo están estrechamente relacionados: lo mismo debe ser cierto para las respuestas.

Hoy, más de 800 millones de personas tienen «inseguridad alimentaria», lo que significa que se mueren de hambre o no saben de dónde vendrá su próxima comida, esta situación trae consigo grandes consecuencias sociales y económicas, peor así, hacia el 2050, se espera que el aumento de la población y los ingresos demande un 70% más de producción de alimentos a nivel mundial, y hasta un 100% más en los países en desarrollo, en relación con los niveles de 2009.

Los expertos coinciden en que es posible lograr los aumentos en la producción de alimentos necesarios para alimentar a una población de 9.300 millones en 2050, pero solo si se realizan inversiones suficientes y oportunas y se ponen en marcha políticas para aumentar la producción agrícola.

También enfrentamos otros desafíos globales, como el cambio climático, por ejemplo y en muchos países, incluida Jordania, falta de agua, pero para hacer las cosas más espinosas, cada uno de estos temas impacta en el otro, pues actualmente, la producción de alimentos consume alrededor del 70% del consumo mundial de agua dulce y emite el 25% de los gases de efecto invernadero.

Por lo que simplemente aumentar la cantidad de alimentos que estamos produciendo, sin cambiar la forma en que se hace, empeorarán las emisiones y el consumo de agua, mientras tanto, a medida que el cambio climático y la escasez de agua sean más severos, será más difícil producir alimentos con los mismos métodos que usamos hoy en día, «no se puede ver el cambio climático como un desafío aislado; está conectado a la producción de agua y alimentos «, asevera Joakim Hauge, presidente de la fundación Proyecto Bosque del Sahara, la organización detrás del proyecto Wadi Araba.

«Es necesario avanzar en estos temas junto con abordar el cambio climático, nuestra respuesta a eso fue, bueno, tomemos lo que tenemos suficiente para producir lo que necesitamos y más», lo que Jordania tiene es sol, y mucho, en promedio, el país obtiene alrededor de 330 días de sol al año con un promedio por hora de entre 5 y 7 kW de energía por metro cuadrado, lo que es suficiente para alimentar 100 bombillas tradicionales; y también tiene agua, pero de mar, más o menos y un acceso al Mediterráneo separado por Israel y Líbano, 26 km del país limita con el Mar Rojo, lo que no es mucha costa, pero con el enfoque del proyecto del bosque del Sahara, eso puede ser todo lo que necesita.

El concepto del proyecto es elegante en su simplicidad: la energía solar de Jordania desala el agua de mar, el agua desalinizada riega los cultivos y en la escorrentía enfría el invernadero y los cultivos ayudan a arar el carbono de la atmósfera al suelo, tres retos principales, abordados a la vez, el resto de las tecnologías aplicadas como la hidroponía, están más que probadas y son y han sido efectivas en todo el mundo, no inventamos nada, sólo lo unificamos en un solo proyecto.

La idea de convertir esta franja de desierto en una colección de 20 hectáreas de invernaderos y jardines es más que un poco surrealista, pero como dice el equipo, las tecnologías aquí están probadas, y ya están siendo utilizadas en tándem aquí en el desierto y lo más persuasivo de todo, sin embargo, son los pepinos que hemos cultivado a partir de las vides en el invernadero de energía solar, que son jugosos, crujientes, deliciosos y muy reales.