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La tragedia del Covid-19 para los países pobres

Si las potencias luchan por contener el Covid-19, ¿hay posibilidades para los países menos desarrollados?

Es una cosa terrible la que se está desarrollando, un verdadero desastre económico y social, lo más grave es que se sigue extendiendo y el mundo es incapaz de prevenir el Covid-19, más, sin embargo, esta es la perspectiva que nos enfrenta si nos atrevemos a mirar más allá de las paredes y parapetos de las grandes potencias diseminadas por el invasor coronavirus, decenas de millones de personas en los países más pobres y menos desarrollados de todo el mundo se enfrentan a una catástrofe inminente que parece tan imparable como potencialmente letal.

El momento no ha llegado del todo, pero un hacha está a punto de caer sobre un número incalculable de cabezas en gran medida indefensas, una masacre casi demasiado espantosa para contemplarla y a medida que los países relativamente ricos del hemisferio norte se enzarzan en una lucha difícil para rechazar Covid-19, las campanas de alarma están sonando desde el sur de América o Asia hasta Oriente Medio y África, la mayoría de ellas aún no han sido escuchadas.

Cualquiera que haya experimentado los barrios marginales densamente poblados de Sao Paulo, Caracas, Mumbai, Dhaka o Puerto Príncipe sabe lo imposibles que son los conceptos de distanciamiento social y autoaislamiento para muchos de sus habitantes, aquellos que han visto las condiciones en los campos de refugiados en Bogotá, Siria o Somalia y sus alrededores saben cuán limitados son los centros de salud allí, incluso en el mejor de los casos, el Covid-19 será devastador.

La organización mundial de la salud ha informado de que al menos la mitad de la población mundial no tenía acceso a la atención médica esencial incluso antes de que se presentara la pandemia de Covid-19, como ha advertido ominosamente la organización benéfica mundial para la igualdad International Australian Plan, muchas de estas comunidades, en particular los niños, sufren enfermedades subyacentemente graves como el paludismo, la tuberculosis y la desnutrición.

Las personas que viven en zonas de conflicto son doblemente vulnerables y si usted es un habitante de Idlib, Chihuahua, Cúcuta, Sao Paulo o Guayaquil, por ejemplo, hay una buena posibilidad de que cualquier intento de seguir consejos, permanecer en casa y mantenerse a salvo por el Covid-19, será interrumpido por un bombardeo del régimen ruso, norteamericano, sirio o algún ataque de las autodefensas.

Covid-19.
No es del todo cierto decir que no hay nada que podamos hacer más que mirar, mientras gobiernos e individuos deben apoyar a las naciones unidas y sus organismos, aumentar los presupuestos de ayuda exterior, donar a organizaciones benéficas internacionales, compartir conocimientos, ofrecer refugio y socorro y, siempre que sea posible, proporcionar equipo médico vital, todo esto y más se puede y se debe hacer.

El Covid-19 podría volverse endémica en los países pobres, rebotando y reciclándose repetidamente a través de la migración y los contactos humanos

Esa es una de las razones por las que António Guterres, el secretario general de la ONU, ha pedido un alto el fuego global frente al Covid-19, «nuestro enemigo común», hay escasas pruebas de que su súplica está siendo atendida, la ONU también ha advertido de que las personas de países cuyo bienestar ha sido dañado por sanciones unilaterales, como Venezuela, Zimbabue, Irán o Cuba, podrían sufrir desproporcionadamente la propagación del coronavirus.

Este es ya el caso en Irán y Venezuela, donde “todas esas sanciones deberían ser levantadas inmediatamente”, como afirmó Hilal Elver, de la ONU, para ayudar a evitar la escasez de alimentos relacionados con el Covid-19 y otras epidemias menores, pero si la administración Trump escuchó su llamada, ha hecho poco al respecto.

El impacto económico potencial en el mundo en desarrollo del Covid-19, es también motivo de gran preocupación, pues los países de ingresos bajos y medianos ya se han visto perjudicados por la caída de la demanda de exportación, la disminución de los precios del petróleo y el desplome del turismo, cerca de 80 gobiernos han pedido financiación de emergencia del FMI, con una estimación que sugiere un rescate total.

La resiliencia de los estados vulnerables que sufren choques anticipados de tal gravedad social y económica sin precedentes es muy limitada cuando se compara, por ejemplo, con naciones más ricas que, pueden recurrir a préstamos ilimitados, el daño duradero y posiblemente permanente relacionado con la pandemia aumenta el riesgo de trastorno social y violencia estatal, como se vio en Sudáfrica o se podrá ver en Venezuela o Nicaragua.

La incidencia de Covid-19 en grandes franjas de África, Asia meridional y América Latina sigue siendo limitada por ahora, pero hay todas las razones para creer que un virus que ha devastado y humillado a las tres economías más grandes del mundo, entiéndase por Estados Unidos, China y Europa, eventualmente extenderá la infección a todos los rincones del mundo.

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