Un voraz incendio devora dos edificios residenciales en la ciudad de Valencia y deja al menos nueve víctimas mortales y 10 personas sin localizar, llamando la atención sobre la seguridad en las construcciones
Un terrible incendio se desató el pasado jueves por la tarde en dos edificios residenciales de 14 plantas cada uno. Las torres estaban situadas en el barrio de Campanar, en la ciudad de Valencia, al este de España. El fuego se propagó rápidamente por las fachadas de los inmuebles, que estaban recubiertas de un material altamente inflamable, y atrapó a decenas de vecinos en sus viviendas.
Los bomberos tuvieron que rescatar a varias personas desde los balcones, pero no pudieron salvar a todas. Al menos 9 personas han fallecido y otras 10 siguen sin ser localizadas, según las autoridades. Estas advierten de que el balance de víctimas podría aumentar. El incendio ha sido comparado con el ocurrido en 2017 en la torre Grenfell de Londres. Que causó 72 muertos y que también se debió al revestimiento combustible de la fachada.
Un material peligroso y prohibido
El origen del incendio aún se desconoce, pero se sospecha que pudo iniciarse en el cuarto piso de uno de los edificios. Este, se extendió con rapidez por el resto de las plantas, debido al material con el que estaban recubiertas las fachadas. Se trata de un poliuretano expandido, que tiene propiedades aislantes, pero que también es muy inflamable y genera gases tóxicos al quemarse.
Este material está prohibido en España desde 2013. Pero, se usó en la construcción de los edificios afectados, que se levantaron entre 2008 y 2009. Los vecinos habían denunciado en varias ocasiones el riesgo que suponía este material. Por lo que, habían solicitado al ayuntamiento que lo retirara, pero no obtuvieron respuesta. El alcalde de Valencia, Joan Ribó, ha reconocido que el material era «muy peligroso». Y ha anunciado una investigación para determinar las responsabilidades.
Una tragedia humana que afecta a toda España
El incendio ha provocado una tragedia humana y social, que ha conmocionado a la ciudad de Valencia y a todo el país. Los dos edificios afectados albergaban 138 viviendas, en las que residían unas 450 personas, muchas de ellas de origen extranjero y de escasos recursos. El fuego ha dejado a estas personas sin hogar, sin pertenencias y sin documentos, y ha puesto en evidencia la precariedad y la vulnerabilidad de su situación.
Algunas de las víctimas mortales eran niños, ancianos o personas con discapacidad, que no pudieron escapar de las llamas. Otras 15 personas resultaron heridas, entre ellas seis bomberos y una niña de siete años, que fueron trasladados al hospital. Los supervivientes han sido alojados en un hotel cercano, donde reciben atención psicológica y asistencia social. El gobierno regional ha declarado tres días de luto oficial y ha anunciado ayudas económicas para los afectados.
Un llamado a la prevención y una alerta a la seguridad
El incendio ha generado también un llamado a la prevención. Que exige una mayor protección y regulación de las condiciones de seguridad y habitabilidad de las viviendas. Especialmente de las más antiguas y de las más vulnerables. El gobierno central ha anunciado que revisará la normativa sobre el uso de materiales inflamables en las fachadas. Que impulsará un plan de rehabilitación energética de los edificios, que incluya la sustitución de los revestimientos peligrosos.
El gobierno regional ha pedido la colaboración de los ayuntamientos y de las comunidades de vecinos, para detectar y eliminar los riesgos existentes. El ayuntamiento de Valencia ha anunciado que inspeccionará todos los edificios de la ciudad. Y que sancionará a los responsables de incumplir la normativa. La sociedad civil ha mostrado su solidaridad con los afectados. Ya organizó diversas iniciativas de apoyo y de recaudación de fondos, para ayudarles a recuperar sus vidas.
