El castigado Puerto Rico busca regresar al café
A un año de la devastación del huracán María los boricuas tratan de reiniciar su economía

Miles de familias rurales en las escarpadas montañas centrales de la Sierra Bermeja de Puerto Rico quieren reconstruir su economía tradicional de café después de la devastación del huracán María y un año después, están apostando a un grupo dedicado de millennials, si no tienen éxito, podría marcar el final del café en Puerto Rico, lo que obligará a estas últimas familias a abandonar la isla para siempre.
Los productores de café de Puerto Rico perdieron aproximadamente el 85% de sus cultivos, o unos 18 millones de árboles de café valorados en 60 millones de dólares, y muchos han perdido sus hogares a raíz de los huracanes Irma y María, no solo es una parte icónica de la identidad puertorriqueña, el café ha sido un motor económico que crea empleos directos e indirectos en un territorio de los Estados Unidos donde tantos jóvenes se van por falta de trabajo.
Los más afectados son los productores de café, como Luis «Nardo» Ramírez, «perdí prácticamente toda la granja debido a María», dice Ramírez, “pero tan pronto como se aclaró, volvimos a trabajar, y encontré a los trabajadores para hacerlo, la gente estaba sin sus hogares, sin sus carreteras, por lo que era necesario trabajar», «el café es la mejor cosecha que producimos, pero debido al mal tiempo la gente lo ha dejado, en Las Indieras solían haber 80 grandes productores, ahora solo quedan cinco grandes granjas».
Pero no sólo los productores quieren que regrese la cultura y la siembre, pues en promedio, el 80% de los cafetos fueron destruidos por el huracán María, esto afectó a la fuerza de trabajo de toda la isla que conexos o colateralmente laboraban para la industria, «esto es todo lo que María dejó», comenta un trabajador mientras carga las plantas de café de un vivero subsidiado por el gobierno en un camión que se dirige a una granja local, ahora les toca redoblar esfuerzos para recuperar los suelos cultivables y en aproximadamente dos años comenzar a producir.
«Hay 21 municipios en Puerto Rico cuyas economías son impulsadas por la industria del café y si permitimos que la industria desaparezca, esta región será aún más pobre de lo que ya es», explica Wilfredo «Junny» Ruíz Feliciano, “no todo es San Juan, no es todo Guaynabo, María afectó más a la gente de la región central, necesitamos un plan más agresivo para revitalizar la industria y la región», Junto con el padre de Junny, son cuatro generaciones de caficultores, incluidos los más jóvenes a quienes esperan llevar a sus negocios algún día, después del huracán María, su personal se redujo de 20 empleados a solo cuatro y pasaron de cultivar 32 hectáreas a solo ocho.

La iniciativa no sólo es por parte de los caficultores
No sólo se trata de líneas eléctricas y reasfaltado o de techos que se destruyeron, los agricultores piden un plan agresivo patrocinado por el gobierno para ayudarlos a volver a funcionar y creen en la gente de la región para recuperar la industria del café, pues ellos están por la labor de reconstruir la infraestructura necesaria, al tiempo de preparar la tierra cultivable y las semillas que deben ser sembradas.
El equipo de rescate está integrado por ConPRometidos, una ONG administrada por millennials con la misión de crear un Puerto Rico estable, productivo y autosuficiente, aprovechando la energía, las ideas y las finanzas de la joven diáspora de la isla, ellos comenzaron su trabajo hace unos seis años para aprovechar el know-how de los jóvenes exiliados a fin de ayudar a resolver algunos de los problemas que habían dejado atrás, pero los huracanes presentaron un nuevo desafío.
La situación de los caficultores llamó la atención del grupo, que está solicitando una subvención de 3 millones de dólares de parte de la fundación unidos por Puerto Rico para financiar un proyecto quinquenal en toda la isla que tiene como objetivo proporcionar un alivio muy necesario al sector cafetero de la isla, que puede producir 240 mil quintales de café, pero solo llega a 40 mil actualmente, afirma la cofundadora de 30 años de la organización, Isabel Rullán, lo que significa que está importando café innecesariamente.
El aumento de la producción podría generar alrededor de 65 millones de dólares a las regiones montañosas pobres, comenta, «la industria del café es la columna vertebral de 22 municipios de la isla, eso es lo que hacen, cultivan café, así que realmente estamos hablando de mejorar la calidad de vida de 2 mil familias».
Después de que miles de personas fueron expulsadas de la isla por el huracán, hay un movimiento para frenar el flujo de trabajo y alentar a las personas a quedarse, «soy parte de este renacimiento del café porque crecí en la cultura del café», explica Kris Rodríguez, una sargento mayor del ejército jubilada que dirige una granja cerca de los campos de café de Maricao donde creció, llamada Hacienda Doña Patria, “nací en una finca de café y siempre quise tener mi propia granja porque me apasiona, siempre quise mi propia marca de café».
Ella es parte de un grupo que trata de educar a la población local sobre cómo hacer que la agricultura sea un éxito, «estoy convencida de que la industria del café tiene futuro, pero tiene que volver a la pequeña familia de las granjas, donde usted, su esposa y sus hijos pueden cosechar y tal vez incluso su vecino».
Ahora sólo falta que el gobierno, no exclusivamente el de la isla, sino el federal, ponga su grano de arena para lograr dar el puntapié necesario para que la iniciativa que han fomentado el gran grupo de cafetaleros boricuas de la isla, tenga un desarrollo sostenible y sea en parte el nuevo motor de producción y de generación de capitales del devastado estado libre asociado de la nación norteamericana.