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Marcha del silencio por caídos en las protestas

Mujeres chilenas de negro, recorrieron Santiago en solidaridad con las víctimas

Noviembre inicia con unas mil mujeres vestidas de negro, y llevando flores en una marcha silenciosa por las calles de Santiago este viernes, pidiendo justicia para las casi dos docenas de personas que murieron, y miles más que resultaron heridas durante los inestables disturbios que se apoderaron de Chile en las últimas 3 semanas.

La «marcha del silencio» inició otro día de grandes protestas contra la desigualdad en todo el país, mientras el gobierno de Chile lucha por manejar un levantamiento social histórico que fue provocado por un aumento en las tarifas del metro de Santiago a principios de octubre.

Más de 20 mil personas salieron a las calles que rodean la plaza Italia en el centro de Santiago el viernes por la tarde, mientras que miles más se unieron a la marcha en ciudades de todo el país, tan solo a una semana después de que la capital fue testigo de una protesta de más de un millón de personas.

«Esto no va a parar», comenta Sebastián, un profesor de inglés de 29 años, que solo deseaba dar su primer nombre, «hoy es feriado bancario en Chile, pero ves a todas estas personas aquí, no les importan las vacaciones, todo lo que quieren es dignidad, una nueva vida».

Los manifestantes en la marcha y en otras que se han dado diariamente en todo el país, piden cambios sociales y económicos drásticos en uno de los países más desiguales de América Latina, muchos están furiosos por las pobres pensiones, la privatización casi completa de la atención médica y la educación, una brecha cada vez mayor entre ricos y pobres, salarios bajos y el alto costo de la vida.

Marcha del Silencio.
Al menos 20 personas han muerto en los disturbios y más de mil personas actualmente se encuentran en el hospital debido a heridas de bala y los golpes, mientras otros miles han sido arrestados, Mientras tanto, los manifestantes en esta marcha, han dicho que continuarán tomando las calles hasta «el final».

El gobierno perdió de vista la intensidad de la protesta y su control sobre esta marcha civil

Los llamados a la renuncia del presidente Sebastián Piñera se han convertido en cantos más fuertes para la marcha de una nueva constitución, pues la actual fue escrita durante la dictadura militar de 17 años de Augusto Pinochet.

Piñera ha tratado de apaciguar a los manifestantes poniendo fin al estado de emergencia y al toque de queda militar, que fue un doloroso recordatorio del régimen de Pinochet, a principios de la pasada semana, Piñera anunció una reestructuración del gabinete junto con nuevas reformas sociales, que incluyen un aumento del 20% en las pensiones básicas y un aumento mensual del salario mínimo de 413 a 481 dólares.

Pero para muchos manifestantes chilenos, las reformas planificadas solo arañan la superficie de lo que el país necesita, por lo que la marcha del viernes parece hacerse general e indefinida, Piñera se retiró de ser anfitrión de dos conferencias internacionales importantes, la cumbre comercial APEC y la reunión sobre cambio climático COP25.

El presidente informó que era una «decisión dolorosa», pero su gobierno necesitaba «priorizar el restablecimiento del orden público», Saladin Meckled-Garcia, profesor titular de ciencias políticas en el University College de Londres, afirmó que las protestas mostraron que la gente «está despertando de repente a sus condiciones y al hecho de que las personas en el poder no están haciendo nada al respecto».

«Si bien Chile está más desarrollado que otros países de la región, y su economía es bastante poderosa, eso no se traduce en mejores niveles de vida», comentó Meckled-García, pues, «No existe una red de seguridad fundamental en la sociedad que proteja a las personas de caer. Las personas sufren y el costo de vida aumenta continuamente. Por lo que están viviendo al límite».

Nelly Meza, quien se encontraba en Plaza Italia golpeando una sartén en una protesta de «cacerolazo» junto a su esposo e hijo el viernes, afirmando que el gobierno «no ha hecho nada»; «Hasta ahora su respuesta ha sido como una aspirina, pero Chile no necesita una tableta, necesita un cambio real», recalcó, Meza y su esposo tuvieron que vender su casa para poder pagar la atención médica de su hijo cuando le diagnosticaron cáncer, «Esto no es político. Esto es justicia social», indicó.

Fuente
LaRepublicaAmericaEconomia

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