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La persistencia de la posverdad en los medios

La generación de noticias falsas como herramienta de destrucción

En la actualidad el periodismo está metidos en muchos problemas y casi parece estar luchando continuamente una batalla perdida, pues en el mundo de hoy la gente ya no tiene fe en la integridad periodística, por lo que, la verdad está perdiendo terreno en medio de la gran avalancha de noticias falsas y hechos alternativos en la era de la posverdad.

Muchos confiarían en una noticia enviada por un amigo por encima de la de un medio de comunicación creíble, pero los gigantes de la plataforma como Facebook, Instagram, WhatsApp y Google han empezado a escalar a velocidad de cohete y los editores tienen dificultades para competir, no solo en contenido, sino también en el juicio del público en esta era de posverdad.

Diariamente los receptores son bombardeados simultáneamente con hechos y ficción, pues nunca en la historia de la humanidad la verdad y las mentiras bailaron tan delicadamente juntas, casi en sincronía, mientras las audiencias se debaten entre la credibilidad y la certidumbre en un mundo donde solo prospera el que miente y vive de la posverdad.

Un profesional de los medios de comunicación, a menudo teme por la industria del periodismo, especialmente con la tecnología de falsificación profunda y otras tecnologías que pueden inducir artificialmente información pues la posverdad se ha encastrado en su industria.

Hay cientos de casos en los que la verdad fue tergiversada para entramar más las acusaciones, el escándalo de PDVSA y de los Papeles de Panamá es uno de esos nichos donde se dijo mucho, se investigó poco y se acusó sin pruebas a otros.

Posverdad.
La creencia de que las noticias falsas o posverdad, están desplazando la verdad en sí misma necesita ser examinada por su verdad, pues ha llevado a las masas a creer en lo increíble y a ser manipulada por inocencia.

La posverdad ha florecido y se ha cultivado en los medios, pero más en las redes sociales

Casos como el de Eudomario Carruyo, mezclado en los escándalos de PDVSA y los papeles de Panamá, son muestra de esta tendencia. Carruyo, quedó en medio del huracán de noticias falsas, cuando se destaparon los dos escándalos y en ambos casos, las pruebas fueron concluyentes sobre su inocencia, pero el daño ya estaba hecho y en la cabeza de quienes escucharon las falsas afirmaciones, aun se mantiene su culpabilidad.

Como Carruyo, existen más casos, como las controvertidas afirmaciones sobre la dictadora que ejercía Hugo Chávez en Venezuela, que 5 años desde su muerte, aún no se cumplieron y ya no se cumplirán, pero hay quien las creyó y quien las cree a rajatabla, sin detenerse a pensar que el ejecutor, está muerto y nunca se llevó a los niños venezolanos a Cuba.

Nunca debemos olvidar el verdadero propósito, del periodismo, pues se debe en todo caso al servicio, el periodismo debe servir a las masas, ser la voz de confianza de la gente, debe ayudar a mejorar la humanidad, ser una puerta de entrada para las soluciones y proporcionar una plataforma donde pueda tener lugar el discurso más difícil.

La otra inspiración para el cliché de la posverdad es la reciente prominencia de las «noticias falsas», que tampoco es un desarrollo nuevo, la larga historia de mentiras y malas interpretaciones se explica por sí misma, los protocolos y las acusaciones engañadas han generado, innumerables pogromos, linchamientos y disturbios étnicos mortales han sido provocados por rumores de la supuesta perfidia de algún grupo minoritario.

La razón principal por la que deberíamos retirar el cliché de la verdad es que es corrosivo, tal vez autocumplido, la implicación es que también podemos renunciar a la razón y la verdad y simplemente luchar contra las mentiras e intimidación de los malos con mentiras e intimidación propias.

Fuente
TechCrunchHotAir

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