Regresan el Carnaval a Río de Janeiro y Sao Paulo después del receso por pandemia
Los carnavales al fin vuelven a Río de Janeiro y Sao Paulo. Los Sambódromo y las calles se llenaron de alegría y color. Después de un receso de dos años debido a la pandemia de coronavirus.
Brasil, ya confirmó sus primeros casos de Covid-19 a mediados de marzo de 2020. Justo después de que concluyeran las festividades de carnaval de ese año. Mientras el país entraba en una espiral de muerte, se culpó a la fiesta anual de ser un foco de contagios.
El carnaval de 2021 fue cancelado en todo el país, debido a la variante Delta. Que arrasó en Brasil, convirtiéndolo en el tercero en casos, contagios y muertes. La reticencia a las vacunas y la desinformación, sumieron al país en el caos.
Este año, a pesar de tener mejores perspectivas, y de haber controlado los contagios, las celebraciones del carnaval, se pospusieron dos meses. En primer lugar, debido a la variante Ómicron y en segundo lugar y para los brasileños el más importante, el respeto a la cuaresma.
Muchos puestos de trabajo son creados por los preparativos de carnaval de las escuelas de samba. Que, emplean a cientos de personas, que van, desde innumerables costureras, soldadores y diseñadores de vestuario, a coreógrafos, decoradores y tramoyeros, entre otros.
La samba se escucha, las luces se encienden y el carnaval, con toda su alegría y color, regresan
Durante meses antes, incluso años, bailarines y bateristas participan en los ensayos. Para las escuelas de samba, la temporada comienza, quizás uno o dos meses después del evento anterior.
El Sambódromo de Río, donde los asientos más caros cuestan casi 1 mil dólares, estaba lleno de bailarines extravagantes con trajes espectaculares este año. Durante los dos años anteriores, pocos accedieron al lugar.
Este edificio, es el hogar del desfile desde la década de 1980 y es un símbolo de las festividades de carnaval de Brasil. Lleno de artistas, políticos y famosos, es centro del derroche, durante las semanas que dura el evento anual.
Durante la pandemia, el monumental y simbólico lugar, se transformó en una estación de vacunación. Además de haber albergado y dado refugio a más de 400 personas sin hogar, víctimas de las inundaciones.
Ketula Mello, de 38 años, musa de la escuela de samba Imperatriz Leopoldinense, afirmó, que estaba encantada de volver. «Estos dos años fueron horribles. Ahora podemos ser felices de nuevo», comentaba, mientras vestida con un traje blanco y negro hecho de conchas.
Las entradas al Sambódromo, a menudo son gratuitas para aquellos involucrados en los desfiles durante todo el año. Uno de ellos, Juciara do Nascimento Santos, de 66 años, explicó, que la gente tenía que «cuidarnos» durante la pandemia para «estar aquí hoy celebrando la vida».
Por ahora, la crisis está controlada o al menos así parece, la Samba, el color y la fiesta, regresaron a Brasil. Y aunque también hubo fiestas callejeras en todo Río y a pesar de que el ayuntamiento negó la autorización para que se llevaran a cabo, la gente se sentía libre al fin.
