Peña Parra, bajo la sotana del Papa Francisco

Obispos venezolanos arguyen que ataques al prelado son ataques contra el Vaticano

Quién es monseñor Edgar Peña Parra, de 58 años, el prelado que se dice defensor de la oposición venezolana, Peña Parra nació en el país que atraviesa la peor crisis política y económica en América, el continente que el papa Juan Pablo II llamó «el de la esperanza» para la renovación de Iglesia católica, que ha sido señalado en escándalos de seducción de menores y es el tercer hombre del Vaticano.

Peña Parra, no ha escondido su voz ante el deterioro de Venezuela, ha hecho votos por el diálogo, pero también ha fustigado el contrabando y la corrupción, ha criticado la persecución a dirigentes opositores por parte del gobierno y aupó una solución electoral.

Hoy los obispos católicos de Venezuela han apoyado al hombre número tres del Vaticano, el arzobispo Edgar Robinson Peña Parra, alegando que las acusaciones de abuso sexual en su contra constituyen un ataque contra el papa Francisco.

En julio, el ex nuncio papal en los Estados Unidos alegó que la «tercera persona más poderosa» en la curia del Vaticano había sido acusada de abuso sexual antes de su nombramiento, lo que el Papa Francisco «esencialmente ignoró».

El Papa Francisco elevó al arzobispo venezolano Peña Parra a la posición de «Sostituto» del secretario de estado del Vaticano el año pasado, a pesar de haber recibido un «dossier aterrador» de un grupo de fieles laicos de Maracaibo, Venezuela, que narra la historia del arzobispo de «terrible inmoralidad», comentó el denunciante del Vaticano, Arzobispo Carlo Maria Viganò.

La curia venezolana valora a monseñor Peña Parra como su hombre de mayor talento

El arzobispo hizo estas afirmaciones en una entrevista a medios internacionales, pero, aunque los medios la omitieron en la versión publicada, los pasajes faltantes fueron liberados poco después por LifeSiteNews.

«Edgar Peña Parra fue acusado de haber seducido, el 24 de septiembre de 1990, a dos seminaristas menores de la parroquia de San Pablo, que debían ingresar al seminario mayor de Maracaibo ese mismo año», declaró Viganò, un caso que fue denunciado a la policía por los padres de los dos jóvenes, aunque aparentemente quedó sin efecto.

Una segunda acusación contra Peña Parra se refería a su presunta participación en la muerte de dos personas, «un médico y un cierto Jairo Pérez, que tuvo lugar en agosto de 1992, en la isla de San Carlos en la barra del lago de Maracaibo».

Los dos hombres fueron asesinados por una descarga eléctrica, y sus cadáveres fueron encontrados desnudos, «con evidencia de encuentros obscenos homosexuales macabros», indicó Viganò.

Los obispos venezolanos han respondido a estas acusaciones, calificándolos de «difamatorios» e insistiendo en que estaban motivados por el deseo de socavar el pontificado del Papa Francisco, aunque la situación de la iglesia católica en Venezuela, siempre ha sido preponderantemente de poder, se ha abierto expedientes a tal caso.

Quienes han difundido estos rumores en Europa y otras partes del mundo, «bajo la apariencia de servir la verdad, ocultan otros motivos», declaran los obispos, «no solo atacan a una persona, sino que también tienen la intención de denigrar a la institución y socavar la credibilidad del Papa Francisco, creando dudas al mostrar que su enseñanza y sus acciones están marcadas por elegir mal a sus compañeros de trabajo».

Los obispos continúan afirmando que los cargos presentados contra el arzobispo Peña Parra provienen de la hostilidad hacia el mensaje económico y ecológico del Papa, pero la realidad es otra y quienes han señalado a Peña Parra, tan sólo señalan a Peña Parra.

«Aquellos que actúan de esta manera, desde posiciones prolongadas de bienestar y privilegios, buscan descalificar a quien ha señalado claramente que el empobrecimiento de las masas y la destrucción de nuestro hogar común hunden sus raíces en una economía desenfrenada que carece de toda la humanidad», afirman los obispos.