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Bolsonaro deja sin protección al Amazonas

El nuevo presidente, emite orden ejecutiva en favor de los agro empresarios

Jair Bolsonaro lanza una irrupción a las protecciones de la selva del Amazonas, al emitir una orden ejecutiva que transfiere la regulación y la creación de reservas indígenas al ministerio de agricultura controlado desde el comienzo de su legislatura por el lobby de los agronegocios.

Horas después de asumir el cargo, el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, lanzó un asalto a las protecciones ambientales y de la Amazonía con una orden ejecutiva que provocó protestas de los líderes indígenas, quienes expresaron que amenazaban sus reservas, que representan aproximadamente el 13% del territorio brasileño, y que marcaban una concesión simbólica a los intereses agrícolas en un momento en que la deforestación está aumentando nuevamente.

«Habrá un aumento en la deforestación y la violencia contra los indígenas», afirmó Dinaman Tuxá, coordinador ejecutivo de la articulación de los pueblos indígenas de Brasil o Apib, “los indígenas son defensores y protectores del medio ambiente”.

Sonia Guajajara, una líder indígena que se presentó como candidata a la vicepresidencia del partido socialismo y libertad, PSOL tuiteó su oposición: «El desmantelamiento ya ha comenzado», publicó este martes.

Anteriormente, la demarcación de las reservas indígenas estaba controlada por la agencia indígena Funai, que se había trasladado del ministerio de justicia a un nuevo ministerio de mujeres, familia y derechos humanos controlado por un pastor evangélico.

Amazonas.
Tuxá, el líder indígena, acuso al nuevo gobierno de incitar a la desaparición de los pueblos originarios en post de los agronegocios: «Pasaremos por otro proceso de colonización, esto es lo que quieren».

La nueva política ambiental de Brasil no incluye el Amazonas

La decisión se incluyó en una orden ejecutiva que también le dio al secretario de gobierno de Bolsonaro poderes potencialmente de gran alcance sobre las organizaciones no gubernamentales que trabajan en Brasil.

El decreto temporal, que expira a menos que sea ratificado por el congreso dentro de los 120 días, exige que la oficina del secretario de gobierno, Carlos Alberto Dos Santos Cruz, «supervise, coordine, monitoree y acompañe las actividades y acciones de organizaciones internacionales y no gubernamentales y las organizaciones en el territorio nacional”.

Bolsonaro, quien a menudo ha criticado a las ONG brasileñas e internacionales a las que acusa de «meter la nariz en Brasil», defendió la medida en un tweet el miércoles, “más del 15% del territorio nacional está demarcado como tierra indígena y quilombos, menos de un millón de personas viven en estos lugares, aislados del verdadero Brasil, explotados y manipulados por las ONG, juntos vamos a integrar a estos ciudadanos», publicó.

Por otra parte, el ministro de salud entrante, Luiz Henrique Mandetta, sugirió el miércoles que habría recortes en los gastos de atención médica para los indígenas, «tenemos cifras para el público en general que están muy por debajo de lo que se gasta en atención médica para los indígenas», manifestó, sin proporcionar detalles.

Durante la campaña electoral del año pasado, Bolsonaro prometió terminar la demarcación de nuevas tierras indígenas, reducir el poder de las agencias ambientales y liberar la minería y la agricultura comercial en las reservas indígenas.

La medida también le dio al ministerio de agricultura el poder sobre nuevos quilombos: asentamientos rurales habitados por descendientes de antiguos esclavos.

Después de jurar el miércoles, la nueva ministra de agricultura, Tereza Cristina Dias, defendió al sector agrícola de las acusaciones que ha crecido a expensas del medio ambiente, y agregó que la fortaleza de los agricultores de Brasil había generado «acusaciones infundadas» de grupos internacionales anónimos.

Silas Malafia, un televangelista influyente y amigo cercano de Bolsonaro, afirmó que los países desarrollados que hace siglos talaron sus propios bosques deberían pagar si quisieran que Brasil preservara el Amazonas, «vamos a preservar todo porque los gringos destruyeron lo que tenían», observó.

Entre agosto de 2017 y julio de 2018, se deforestaron 7 mil 900 km2, según cifras del ministerio de medio ambiente basadas en el monitoreo satelital, lo que estima un aumento de 13.7% con respecto al año anterior y la mayor área de bosques talados desde 2008, el área es equivalente a 987 mil campos de fútbol.

El nuevo presidente, que pasó casi tres décadas en el congreso, también ha generado críticas internacionales por sus planes para revertir las regulaciones en el Amazonas y su desinterés por los programas sociales en un país que es uno de los más desiguales del mundo.

Fuente
JairBolsonaroMarinaSilva

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