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No obstante, continua la crisis de refugiados

La crisis de los migrantes venezolanos debe ser tratada con responsabilidad

A pesar de que, en tiempos pasados, el Tío Sam pareciera haber liderado alguna respuesta a los éxodos provocados por las crisis políticas o humanitarias que a veces, el mismo habría causado, y por mucho que la región no siempre ha acogido de buena gana las intervenciones norteamericanas, como en el caso de Granada en 1983, Panamá en 1989 y Centroamérica a lo largo de la década de 1980, cuando surgen crisis como la de los refugiados venezolanos, las naciones latinoamericanas todavía miran hacia el norte.

Los Estados Unidos ha presionado a Venezuela para que restaure su democracia, la carga de esta política de hacer frente implosionar al gobierno socialista de la que solía ser la nación más rica de América Latina, ha caído más fuertemente sobre sus vecinos inmediatos, pues los migrantes venezolanos, son los refugiados que ellos ven entrar por sus fronteras.

Ahora, luego de haber apoyado todas las medidas coercitivas del gobierno norteamericano, estas naciones, no pueden permitirse esperar a que un EE.UU., distraído y menos benevolente haga lo propio y siga enviando dinero, para mantener a los refugiados que llegan desde Venezuela.

Estos países, que hoy ven llegar a sus fronteras, a las víctimas de la diáspora venezolana, en cambio, para construir un futuro inmediato y colectivo, deben forjar una respuesta regional a lo que se ha convertido en la mayor crisis humanitaria de refugiados de América.

A pesar de hablar de su «año de compromiso» con América Latina y dragar ecos desafortunados de la doctrina Monroe, la administración Trump parece tener poco deseo de liderar en las Américas, al menos en los temas más apremiantes de la región como las crisis económicas o los refugiados.

Se retiró de la asociación transpacífico, dejando a Canadá, Chile, México y Perú desamparados, y ha derogado repetidamente tratado de libre comercio de América del Norte, se alejó del acuerdo climático de París, que las naciones latinoamericanas apoyaron ampliamente, y revirtió la apertura con Cuba.

Crisis de Refugiados.
Para aplacar la crisis humanitaria será necesario coordinar y financiar esfuerzos masivos para llevar alimentos, agua, y medicinas a los ya refugiados ya desplazados y a los muchos más por venir.

La crisis de refugiados venezolanos, no puede ser apalancada por Trump, si no, enfrentada por la región

En cuanto a los propios refugiados latinoamericanos, es más probable que Trump los expulse o les coloque una muralla a que, extienda su alfombra de bienvenida. Como lo comprobó, al terminar el estatus de protección temporal para unos 200 mil salvadoreños y 60 mil haitianos.

No sólo ha reducido a la mitad el número de plazas abiertas a los refugiados, sino que está acelerando las solicitudes de asilo para los solicitantes recientes, una decisión que probablemente dará lugar a la rápida repatriación de muchos solicitantes de asilo venezolanos que de otro modo habrían podido trabajar mientras esperaban la tramitación de sus casos.

Altos diplomáticos estadounidenses han denunciado la difícil situación humanitaria y los abusos contra los derechos humanos de Venezuela, pero en su viaje a países a la región, se centró más en la construcción de apoyo para nuevas sanciones que en abordar esta catástrofe más inmediata y aunque la administración Trump ha ofrecido ayuda a Venezuela, que el gobierno de Maduro ha rechazado repetidamente, los países que reciben a los refugiados venezolanos se han visto en gran medida abandonados a tratarlos por sí solos.

Colombia, que lleva la carga más pesada, ha otorgado su propia versión del estatus de protección temporal a unos 1,5 millones de refugiados venezolanos, a un tiempo que ha recortado nuevas visas, ha reforzado patrullas militares para cercenar los cruces ilegales y ha visitado campos de refugiados como en Turquía para buscar las mejores prácticas.

Brasil declaró el estado de emergencia en el estado fronterizo de Roraima, duplicando las tropas y aumentando los servicios básicos para las decenas de miles de recién llegados y aunque a menudo no es la primera parada para los que huyen, Perú, Chile y Argentina han endurecido los requisitos de visa, lo que no permite que los migrantes venezolanos se queden a trabajar.

Crisis de Refugiados.
Galvanizar una respuesta: los líderes de la región deberían recurrir organismos internacionales como el FMI o el banco mundial, para acelerar la creación de infraestructura centrada en los refugiados y dar apoyo a estos en toda la región.

Las opciones que están tomando los líderes regionales, no son las más idóneas

Sin embargo, estas respuestas fragmentarias no serán suficientes y la avalancha de personas ya está afectando abrumadoramente las economías fronterizas, escuelas, sistemas de salud y refugios básicos en Colombia, Brasil, Ecuador, Perú, Uruguay e incluso Argentina, Panamá y Chile.

Los vecinos caribeños de Venezuela, muchos de ellos con instituciones débiles y que aún se recuperan de los huracanes del año pasado, están mal equipados para hacer frente a esos nuevos desafíos y los que huyen son vulnerables a la trata de personas y la extorsión, proporcionando forraje a las organizaciones transnacionales de drogas y criminales.

Desafortunadamente, la coordinación entre las naciones latinoamericanas no es fácil, a pesar de la retórica cooperativa y de casi dos docenas de órganos económicos y diplomáticos regionales, los países y sus esfuerzos de política exterior siguen siendo bastante solitarios.

No existe, ni una verdadera unión aduanera, y hasta ahora ningún organismo regional capaz y dispuesto a actuar con decisión, en cambio, y en parte debido al peso y el liderazgo del gigante del norte, por lo que, la mayoría de cada país ha adoptado históricamente un mantra de no intervención hacia sus vecinos.

Fuente
FTTheGlobalAmericansACNUR

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