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Trump empeora la crisis que él mismo produjo

La prohibición total de Washington al asilo, es inmoral e ilegal contra los migrantes

Se da otro golpe demoledor a los refugiados que huyen de la crisis, la violencia, el caos y las privaciones en latinoamérica, el 11 de septiembre, la corte suprema norteamericana permitió que la administración Trump implementara una prohibición total de los solicitantes de asilo en la frontera mientras el litigio busca bloquear el producto de la misma regla.

Publicada en julio, la nefasta norma prohíbe funcionalmente el asilo a los migrantes, incluidos los niños no acompañados, que llegan a la frontera norteamericana después de viajar a través de un tercer país sin que primero se les niegue el asilo.

Su implementación tendrá consecuencias catastróficas para los refugiados y empeorará la creciente crisis humanitaria que las políticas racistas del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, ya han desatado.

Dirigida principalmente a los refugiados de los países del triángulo norte de El Salvador, Honduras y Guatemala, la prohibición también se aplica a los migrantes de América del Sur, África y otros lugares.

Esta medida es la última salva en los esfuerzos xenófobos de Trump para cerrar las fronteras a los inmigrantes que considera indeseables, incluida su prohibición musulmana, el proceso de «medición» que controla quién puede acceder a su frontera sur para solicitar asilo y su «permanecer en México», que ha dejado a más de 40 mil migrantes en crisis y en condiciones desgarradoras mientras esperan el procesamiento de sus solicitudes de asilo.

Trump también ha trabajado para destripar sistemáticamente las normas de asilo, tanto sustantiva como procesalmente, mientras intenta disuadir a los solicitantes de asilo a través de calamitosas separaciones familiares y terribles condiciones de detención, todo en medio de informes de que la administración contempla nuevas reducciones dramáticas en las admisiones de refugiados.

Crisis Migratoria.
Aunque las políticas estadounidenses equivocadas son de larga data, la indiferencia patente de Trump hacia la corrupción y los derechos humanos elimina la pretensión de preocupación por la crisis de los asediados latinoamericanos.

Trump sigue empujando el desarrollo de la crisis que ha ayudado a crear

Las políticas de inmigración eran profundamente defectuosas antes de Trump, pero se han vuelto inconmensurablemente más crueles bajo su supervisión pues, aunque el derecho a solicitar asilo está consagrado en el derecho nacional e internacional, por la convención de refugiados de 1951 y el protocolo de 1967, demuestran una comprensión global de la responsabilidad colectiva de proteger a quienes buscan refugio de la persecución.

Esta ley se incorpora a la ley norteamericana en la ley de inmigración y nacionalidad, que sostiene que un no ciudadano que este físicamente presente o llega a los Estados Unidos puede solicitar asilo, con dos excepciones: cuando primero se «presenta firmemente» en otro país o está cubierto por un acuerdo seguro de un tercer país.

Ni transitar por un país ni verse obligado a esperar allí constituye un acuerdo firme, la última excepción requiere un acuerdo formal entre los Estados Unidos y el tercer país que garantice una serie de salvaguardas para proteger a los migrantes de la persecución y procedimientos completos y justos para adjudicar su asilo.

Dadas las redes criminales generalizadas, la infraestructura inadecuada y la falta de voluntad política para proteger los derechos de los migrantes, y la creciente hostilidad hacia ellos, la sugerencia de que México o sus vecinos del sur inmediatos puedan satisfacer este estándar es trágicamente absurda y la crisis de las sombrías condiciones en la frontera se están deteriorando a medida que los refugiados esperan su destino.

Para apuntalar sus acciones, Trump ha intentado forzar a México y Guatemala a firmar acuerdos seguros con terceros países y a pesar de la oposición generalizada en su país, el presidente saliente de Guatemala, Jimmy Morales, acordó firmar el acuerdo, aunque el destino del acuerdo sigue sin estar claro.

México, que hasta ahora se ha resistido a un acuerdo formal, está tomando medidas enérgicas contra los refugiados a instancias de Trump y la administración mexicana busca acuerdos similares con Honduras y El Salvador, a pesar de la amarga ironía de que es precisamente la crisis y la miseria en estos países de donde huyen los refugiados.

Además de entrar en conflicto con la ley, la prohibición es desmesurada, dado el papel largo y sórdido de los Estados Unidos en el apoyo a los regímenes de abuso de derechos en América Central, Washington continúa brindando ayuda de seguridad a los gobiernos que participan en la represión patrocinada por el estado y adoptan políticas antinarcóticos y antipandillas militarizadas que avivan la violencia e ignoran la corrupción sistémica.

Trump también exhorta a los países a adoptar un enfoque militarizado para la aplicación de la ley de inmigración y económicamente, el gobierno norteamericano ha promovido su agenda neoliberal a través de políticas comerciales e instituciones financieras internacionales que mejoran el clima para los inversionistas estadounidenses y al mismo tiempo desprestigian a los pobres.

Mientras criticaba a los refugiados, Trump redujo punitivamente la ayuda al triángulo del norte a principios de este año en una medida que incluso desconcertó a muchos de sus partidarios, por lo que la violencia, la crisis y la pobreza que aquejan a Centroamérica no ocurren en el vacío.

El cambio climático que está impulsando cada vez más la migración desde Guatemala, Honduras y El Salvador, donde la sequía, los huracanes y los deslizamientos de tierra están haciendo que las áreas sean inhabitables, exacerbando la inseguridad alimentaria y la pobreza, y amenazando el empleo para aproximadamente el 30% de las personas que trabajo en el sector agrario, son otro de los enfoques en los que Trump, ayuda con la inacción.

El banco mundial advierte que el clima extremo podría hacer que entre 1,4 y 2,9 millones de personas huyan de sus hogares en América Central durante las próximas tres décadas, Trump califica el cambio climático de engaño y agudiza los esfuerzos para aliviar la próxima catástrofe, lo que solo empeorará la crisis.

Estados Unidos ha construido su prosperidad en una economía global que ha desangrado a los países de Latinoamérica y durante mucho tiempo apoyó a los gobiernos corruptos y brutales que sirven a sus propios intereses geopolíticos.

Esto, independientemente de los costos humanos y aunque tiene la profunda responsabilidad moral de mitigar y no empeorar, la asombrosa crisis humanitaria que sus políticas pasadas y presentes han ayudado a crear, no parece estar en línea con esas políticas.

Fuente
APBuzzFeedNewyorkerNYTimes

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