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La amenaza de Venezuela contra Latinoamérica

Las declaraciones de líderes en conflicto y del mismo Mike Pompeo lo señala

La acusación de que Caracas es una “amenaza” para la región es un tema de conversación política más que una realidad demostrable, aunque en los últimos años, en medio de una creciente crisis política, económica y humanitaria, el gobierno venezolano ha sido acusado reiteradamente de representar una amenaza para la estabilidad, la prosperidad y la integridad democrática de América Latina y el Caribe.

Estas acusaciones cobraron impulso en los últimos meses a la luz de las protestas en Ecuador y Chile contra los aumentos de precios en el sector del transporte, y es que, en ambos casos, las autoridades implicaron que el gobierno de Nicolás Maduro era el culpable del caos y la desestabilización en sus países.

El gobierno de Colombia, por su parte, acusó al gobierno venezolano el pasado agosto de amenazar la estabilidad del país mediante el apoyo y la financiación de las fuerzas armadas revolucionarias de Colombia o FARC y las organizaciones del ejército de liberación nacional, ELN, que se clasifican como grupos «terroristas» por La comunidad internacional.

¿Pero estas acusaciones tienen algún peso?, ¿Es el gobierno de Maduro responsable de las protestas que ocurrieron en Ecuador y Chile?, ¿Es responsable del rearme de las FARC en Colombia?, y quizás lo más importante, ¿Caracas realmente representa una «amenaza» para la estabilidad de América Latina?, y la respuesta obligada a todas estas preguntas es claramente un no rotundo.

En el caso de Chile, las personas protestaron y aun protestan contra un sistema socioeconómico que está aumentando la desigualdad social, lo que es un problema que se remonta a los tiempos de Pinochet y que tanto los gobiernos de izquierda como de derecha no han logrado resolver en repetidas ocasiones.

Por su parte, en Ecuador, la razón detrás de las protestas es la decisión del presidente Lenin Moreno de adoptar medidas económicas promovidas por el fondo monetario internacional, FMI, que llevaron a un aumento en los precios del combustible.

En Colombia, el resurgimiento de las FARC no se debe a ninguna intervención venezolana, sino a la desconfianza mutua entre las FARC y el partido del centro democrático fundado por el ex presidente Álvaro Uribe, y ya para 2018, el entonces candidato a la presidencia, Iván Duque Márquez, durante su campaña, se opuso al tratado de paz con las FARC.

Amenaza de Venezuela.
El debate sobre el régimen chavista debe centrarse en los problemas internos que enfrentan los venezolanos y las posibles soluciones a la situación actual en este país.

Venezuela está tan empobrecida y aislada, que dista de ser una amenaza para América

Por supuesto, es imposible negar que Venezuela ocasionalmente ha intentado intervenir en los asuntos internos de estos estados con el objetivo de dañar a los gobiernos que persiguen ideologías contradictorias con las suyas.

Pero esto, sin embargo, no es un movimiento específico de Venezuela, pues todos los estados intentan y apoyan a los adversarios de sus rivales de vez en cuando en un intento de manipular el equilibrio de poder regional o global a su favor, como en el caso de las declaraciones de Mike Pompeo y de otros personeros de la administración norteamericana de Donald Trump.

No hay pruebas demostrables de que el gobierno de Venezuela esté actuando de una manera significativamente diferente de sus rivales regionales, muchos de los cuales abierta y repetidamente hicieron movimientos para derrocar a los gobiernos venezolanos.

En 2002, Estados Unidos y otras potencias regionales respaldaron un intento de golpe de estado contra el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, y más recientemente, en 2017, 12 naciones latinoamericanas formaron el «grupo de Lima» para «traer una solución pacífica a la crisis en Venezuela».

Esta acción que puede interpretarse fácilmente como un intento de derribar al gobierno venezolano e interferir en asuntos internos del país, este mismo grupo apoyó irrestrictamente a Juan Guaidó, líder de la oposición venezolana, que se proclamó en enero, como presidente interino.

Existen innumerables otros ejemplos de estados que intervienen en los asuntos de los demás en América Latina, como cuando el Senado destituyó al presidente de Paraguay, Fernando Lugo, en 2012, tanto Brasil como Venezuela se opusieron firmemente a la medida.

Brasil y Venezuela, junto con Argentina y Uruguay, también promovieron la prohibición de Paraguay del Mercosur en respuesta a la decisión del Senado, en otras palabras, Venezuela no es el único país de la región que está tratando de ejercer influencia sobre otros países entrometiéndose en sus asuntos internos.

En una inspección más cercana, la acusación de que el gobierno venezolano es una amenaza para la supervivencia, la estabilidad y la integridad democrática de los países de la región de latino América, parece ser una exageración, sobre todo porque Caracas actualmente no tiene la intención ni el poder militar, económico o político de asumir ningún acto bélico importante o alterar la dinámica dentro de la región.

El ingreso petrolero de Caracas ha alcanzado mínimos históricos y su economía está en ruinas y el gobierno de Maduro es incapaz de mantener a sus propios ciudadanos y mucho menos gastar dinero en el extranjero para dañar a sus rivales políticos, por lo que es claro, que Venezuela actualmente no tiene la capacidad de embarcarse en una intervención militar en otro país.

Nicolás Maduro, no es un líder carismático, ni está en posición alguna de ser amenazador

Quizás la única acusación creíble dirigida al gobierno venezolano a nivel regional es que no cumple con los estándares de la democracia representativa y liberal, el modelo político dominante en América Latina y aunque igualmente es cierto que el gobierno chavista ha ignorado durante mucho tiempo los principios democráticos fundamentales, como celebrar elecciones justas y libres, reconocer y proteger a las minorías políticas y respetar el estado de derecho.

El estado actual de las cosas en Venezuela, con el paso del tiempo, va en detrimento del espacio para el diálogo, la negociación y el acuerdo, que es una prueba indiscutible de que Maduro no se presenta como un acérrimo defensor de la democracia.

Sin embargo, es cuestionable si el asalto de Maduro a los principios democráticos hace de Venezuela una «amenaza» para la región, porque las deficiencias democráticas del gobierno afectan principalmente al pueblo venezolano y el daño que causan a nivel regional es solo incidental.

En conclusión, la acusación de que el gobierno de Maduro es una «amenaza» para la región es un tema de conversación política utilizado por sus rivales para aislar aún más su régimen en lugar de una realidad demostrable, a pesar de todo, si el enfoque cambia hacia un escenario regional, las oportunidades para resolver esta crisis pueden desperdiciarse.

Fuente
TeleSurLaRepublicaCNNMisiónVerdad

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