Desde la campaña electoral de 2006 en México para la que AMLO se lanzó la primera de las tres veces que ha estado en contienda electoral, los contrincantes de Andrés Manuel López Obrador, presentaban la política del izquierdista, junto a un sector de las cúpulas empresariales más poderosas del país, como un “peligro para México”. López Obrador, popularmente conocido como AMLO, fue también caricaturizado como el gemelo mexicano del fallecido expresidente venezolano Hugo Chávez y más recientemente, algunos lo han emparentado con el actual presidente del país petrolero, Nicolás Maduro.
Estos argumentos son difíciles de sostener, aunque todavía sectores acomodados de México y en medios que dependen en buena medida de la publicidad gubernamental, se sigue escuchando los inciertos y forzados paralelismos con los que contrastan las trayectorias de estos líderes con López Obrador.
El fallecido gobernante de Venezuela, fue un militar de carrera que gobernó con una parte importante del poder castrense, mientras que López Obrador no hizo siquiera el servicio militar y está en las antípodas del militarismo, AMLO no tiene un programa político de nacionalizaciones ni expropiaciones y tampoco un discurso antiimperialista o anticapitalista, aunque si convergen en darle a los más desposeídos y a las minorías étnicas, la visibilidad que siempre han merecido.
Pero el recientemente electo Andrés López Obrador, sigue siendo calificado como un émulo del desaparecido líder venezolano, aunque las primeras medidas lo perfilan como un hombre más moderado y a juicio de especialistas, su estilo es similar al del exgobernante brasileño Luiz Inazio Lula Da Silva y también al de la exgobernante chilena Michel Bachelet.
Los adversarios del nuevo gobierno mexicano, no paran de hacer comparativas
Los antagonistas de López Obrador se han devanado las cabezas tratando de pintarlo ante los ojos de la opinión pública como un «potencial tirano o dictador» durante las accidentadas campañas previas a las votaciones del pasado 1 de julio y por más que todavía suscita algunas reservas sobre su actuación futura en materias sensibles como la energía y los impuestos, de ninguna manera ha propuesto algo semejante al «Socialismo del Siglo XXI», que pregonaba Chávez.
EL actual programa político del morenista, tiene más similitud con proyectos post-chavistas como los de Alejandro Guillier en Chile o Gustavo Petro en Colombia, que se han centrado en combatir la corrupción, que con las políticas populistas y estatistas de Nicolás Maduro o el boliviano Evo Morales.
AMLO, está llamado a mantener un equilibrio político decantado a la izquierda, como lo ha propuesto Lula en su momento, que, sin duda, logró reactivar el tema de la producción y favoreció el relanzamiento de los lugares de integración de la región latinoamericana, que hoy, como nunca, se encuentran totalmente desmembrados, por acción directa o inacción de sus propios miembros, como el caso de la OEA, UNASUR y el grupo de Lima.
Pese a estar en contraposición de la elevada corrupción política que hay en México, López Obrador no ha mantenido una voz literalmente combativa, en cambio desde que asumió su rol de presidente electo, ha figurado como un defensor de la unidad, incluso de quienes lo adversan, con planteamientos de política económica son cada vez más moderados, incluso el grupo de empresarios cercanos a AMLO han jugado un papel importante en la redacción de su proyecto de nación y la acción moderadora de su programa de gobierno, no deja de ser revolucionaria, pero dista muchos del tono ideológico de la propuesta de izquierda.
Como Lula Da Silva lo hizo en su momento, López Obrador ha anunciado un ambicioso plan de infraestructura que busca reactivar la economía y un amplio programa de subsidios sociales, lo que refuerza la idea de que seguirá el modelo que implantó Lula, para reducir la pobreza en la nación más poblada de América Latina, la inversión en infraestructura en Brasil, durante el gobierno del partido de los trabajadores, impuso un gran impacto y fue una de las muchas políticas que simbolizaron un incremento en los ingresos de los brasileros y que paradójicamente coincidieron en un repunte de la calidad de vida.
Mauro Leos, director asociado de Moody’s Investors Service, afirma que «Si la agenda social de López Obrador incluye programas sociales e inversión en infraestructura, podrá tener un impacto en los salarios». Las propuestas de AMLO, en temas como la educación, se hacen más similares a las de la chilena Michelle Bachelet, que marcaron un antes y un después en la historia de Chile, las «severas reformas en la educación y otras áreas» análogas a las que propone el politólogo de centroizquierda.
Pero es que los gobiernos de derecha que llegaron a las presidencias de Argentina, Ecuador, Chile, Costa Rica y muchos de los países que se habían decantado por el camino izquierdista, no lo han hecho mejor e incluso en casos como los de Argentina y Brasil, la economía que estaba en franco repunte ha vuelto a colocarse en los niveles en los que se encontraba antes de la llegada de los gobiernos progresistas, por lo que la estrategia del miedo a Chávez, pierde cada ves más vigencia.
Aunque faltan revisar las propuestas que el centro izquierdista maneja en sectores como la energía y aunque ha mantenido la línea con respecto a las negociaciones del tratado de libre comercio TLCAN, el país menos équido de Latinoamérica, presenta grandes retos, como la acción de pacificación de las guerrillas zapatistas del EZLN y la asistencia a sectores más deprimidos como la agricultura, pero amanecerá y veremos si era mejor parecerse a Chávez o a Lula.
