Miles de refugiados en Bogotá se encuentran en las peores condiciones de sanidad
El aumento desproporcionado de los casos de Coronavirus que llegan a Venezuela desde Colombia se ha tomado como una estrategia de Bogotá para denigrar del gobierno de Caracas. Pero en medio de esta confrontación política, miles de venezolanos se encuentran a la deriva expulsados de sus viviendas en la capital cafetera y echados a la frontera donde son mal recibidos.
Muchos de los que fueron lanzados desde Bogotá, han optado por el camino verde y se han saltado las reglas biosanitarias y han logrado llegar a sus ciudades de origen en Venezuela, llevando con ellos el virus y contagiando a cuantos los reciben con los brazos abiertos.
Muchos de los venezolanos que llegaron a Bogotá, dejaron hace pocos meses o años a sus familiares en Venezuela y comenzaron, lo que fue un arduo viaje hacia la capital colombiana, para buscar trabajo y una mejor vida.
En cambio, como el coronavirus cerró la vida económica en la ciudad, más de 400 venezolanos no tuvieron más remedio que acampar durante algo más de un mes, esperando la prometida ayuda del gobierno colombiano que nunca les llegó, incluso les negó la mínima ayuda para llevarlos a la frontera.
«Dejé Venezuela porque la situación era tan mala que no podía alimentar a mi familia», comenta Rosa Vera, mientras los carros zumbaban a lo largo de la carretera que atraviesa una plaza de Bogotá donde se encuentra un campamento improvisado. «Nunca pensé que aquí no sería capaz de alimentarme a mí mismo».
Venezuela, está inmersa en una crisis económica y social donde la hiperinflación es desenfrenada, haciendo que la moneda, el bolívar, sea prácticamente inútil, mientras que la escasez de alimentos es una realidad cotidiana.
Bogotá ha decidido sacar a los refugiados venezolanos y enviarlos a Venezuela
Razón por la que más de 4 millones de venezolanos se han ido, con unos 5 mil cruzando a la vecina Colombia cada día a finales del año pasado, según datos del alto comisionado de las naciones unidas para los refugiados, ACNUR). Casi 2 millones de ellos viven en Colombia y muchos en Bogotá.
Pero ahora, con el encierro de negocios, mantiene a los clientes alejados, hay poco trabajo para venezolanos como. Incapaces de pagar alquiler, fueron desalojada con otros migrantes en el sur de Bogotá. Han pasado el último mes acampados fuera de una terminal de autobuses en la periferia norte de la ciudad.
Otros 430 aquí, preferiría estar en su casa en Venezuela, donde al menos el refugio está garantizado. «Puedo tocar puertas, pero si no hay trabajo, ¿qué puedo hacer?» Vera pregunta, mientras se lava la ropa en un arroyo. «Ir a casa es la única opción que tengo.
«El sueño es llegar a casa y conseguir un techo sobre mi cabeza», afirma Vera. «Con un poco de ayuda de Dios, llegaré allí». El jueves pasado por la mañana la ciudad comenzó a enviar a los migrantes hacia la frontera. Entre las lluvias, cientos de venezolanos hambrientos empacaron sus tiendas de campaña e hicieron cola para los autobuses.
Las responsabilidades en el campamento se dividieron entre un puñado de líderes. Algunos supervisaron la distribución de alimentos o ayudaron a reparar la letrina improvisada, otros mantuvieron un censo o dieron sermones religiosos. La policía vigilaba afuera, los venezolanos llegaron a la frontera y salieron hacia las trochas para saltarse la regulación en los puertos fronterizos.
