La tragedia amazónica se repite mientras en la selva tropical de Brasil sube el humo
La vasta selva tropical está experimentando una repetición de los devastadores incendios del año pasado y los críticos expresan que Bolsonaro tiene la responsabilidad última. Mientras Jair Bolsonaro sonríe desde un cartel de propaganda en la entrada de un desaliñado puesto de avanzada en el Amazonas, dando la bienvenida a los viajeros a su «ruta al desarrollo».
Pero 20 meses después del inicio de la presidencia de Bolsonaro, y un año después del devastador estallido de incendios amazónicos que causaron indignación global, los incendios han vuelto, y muchos temen que el líder de Brasil en su lugar, dirija a su país hacia una ruina ambiental.
Durante un vuelo de monitoreo de dos horas a través de los cielos alrededor de Novo Progresso, se vieron columnas gigantes de humo blanco y gris que se elevaban de los bosques supuestamente protegidos.
En otros lugares, se podían ver minas de oro ilegales dentro del territorio indígena Baú, un tapiz caótico de piscinas embarradas y campamentos improvisados donde alguna vez se encontraba el bosque prístino. Las áreas recién deforestadas de árboles caídos y carbonizados por los incendios eran visibles dentro de la reserva forestal de Iriri.
El terror de los incendios se vuelve a extender sobre la selva amazónica
«El Amazonas está condenado a la destrucción», desesperado un ex alto funcionario de la agencia ambiental de Brasil, Ibama, acusando al populista de extrema derecha de supervisar los incendios y una «demolición» al por mayor de los esfuerzos de protección.
«Bajo este gobierno no habrá combate de la destrucción de la selva tropical», indicó el ex funcionario. «El futuro parece oscuro». Bajo la presión de inversionistas extranjeros, gobiernos y líderes empresariales brasileños para evitar que se repita el escándalo del año pasado.
«Esta historia de que el Amazonas está en llamas es una mentira», insistió Bolsonaro a principios de este mes, a pesar de la creciente evidencia de los incendios. «Estamos viendo cómo se repite la tragedia del año pasado», señaló Rómulo Batista, un activista de Greenpeace en Manaos, la capital de Amazonas.
