Europa presentó su propia iniciativa de infraestructura internacional para conectar al continente con el resto del mundo, en un intento por contrarrestar la creciente influencia de China y su ambicioso proyecto de Franja y Ruta.
Se trata del Global Gateway, una propuesta que busca movilizar inversiones públicas y privadas por valor de 340 mil millones de dólares hasta 2027. Para financiar proyectos de transporte, energía, digitalización y medio ambiente en países socios, al estilo de la franja y ruta china.
El Global Gateway fue anunciado el pasado 29 de septiembre por la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Ella, lo definió como una “nueva estrategia para conectar a Europa con el mundo”.
Según Von der Leyen, el objetivo es “crear alianzas para proyectos sostenibles, transparentes y basados en normas”. A diferencia de la Franja y ruta, estos «respetaran» los derechos humanos, laborales y medioambientales. Así como los principios de buena gobernabilidad y transparencia.
Global Gateway contra la Franja y Ruta
La iniciativa europea surge como una respuesta al proyecto de la Franja y la Ruta, lanzado por China en 2013. Esta, consiste en una red de infraestructuras terrestres y marítimas que conectan Asia con Europa, África y América Latina.
El proyecto chino es criticado por algunos países occidentales por considerarlo una forma de expandir su influencia política y económica, así como por generar riesgos de endeudamiento insostenible, corrupción y daños ambientales en los países receptores.
El impacto y los desafíos del Global Gateway
El Global Gateway representa un paso importante para que Europa asuma un papel más activo y estratégico en el escenario internacional. Aunque un poco tarde y mal, especialmente ante el auge de China como potencia global.
La iniciativa podría beneficiar tanto a Europa como a los países socios. Al ofrecer oportunidades de desarrollo económico, social y ecológico, así como de cooperación multilateral.
Sin embargo, el Global Gateway también enfrenta varios desafíos para su implementación y éxito. Entre ellos se encuentran la coordinación entre los diferentes actores e instituciones europeas involucrados, la capacidad para movilizar recursos financieros suficientes y atractivos.
Incluso, la competencia con otras iniciativas similares como la estadounidense o la japonesa, y la reacción de China ante lo que podría percibir como una amenaza a sus intereses.
Así pues, el Global Gateway es una apuesta ambiciosa y arriesgada de Europa para posicionarse como un socio global confiable y responsable. Su viabilidad dependerá de su capacidad para ofrecer una alternativa sostenible y transparente al proyecto chino, que responda a las necesidades y expectativas de los países socios. ¿Logrará Europa seducir al mundo con su propuesta?
