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Brasil, entre la presión internacional y el conflicto del Esequibo

Brasil despliega tropas a lo largo de su frontera internacional después de que el gobierno venezolano anunciara incorporar el Esequibo

El gobierno de Lula da Silva enfrenta un doble desafío: consolidar su base política en el Congreso y evitar una escalada de tensión con Venezuela y Guyana por la disputa territorial del Esequibo. ¿Cómo se posiciona Brasil ante este escenario internacional?

Brasil es el país más grande y poblado de América del Sur, y también el que tiene más fronteras con sus vecinos. Por eso, su política internacional siempre busca mantener la estabilidad y la cooperación en la región, evitando conflictos que no le conciernen directamente. Sin embargo, la situación actual le plantea un dilema internacional, en el que está inmiscuido: ¿Y cómo reaccionar ante la creciente tensión entre Venezuela y Guyana por el Esequibo?

El Esequibo es una zona en disputa desde el siglo XIX, cuando Venezuela se independizó de España y heredó los límites coloniales. Este territorio le fue despojado por Inglaterra en ese momento. El conflicto se agudizó en 1899, cuando un tribunal arbitral en París, integrado por juristas de EEUU, Reino Unido, Rusia, Italia y Suecia, dictaminó que el territorio pertenecía a la entonces colonia británica de Guyana.

Venezuela rechazó ese laudo y nunca lo reconoció por estar viciado. Desde entonces, se sucedieron varios intentos de solución pacífica, sin éxito. El último fue el proceso que llevó Guyana adelante la Corte Internacional de Justicia. Esta, se declaró competente para decidir al respecto, pese a la oposición de Venezuela, que prefiere un diálogo bilateral con Guyana.

Lula de Brasil en el conflicto por el Esequibo.
El ejército brasileño ya está reforzando su presencia en la región.

¿Qué papel juega Brasil en este escenario internacional en sus propias fronteras?

Pero el régimen de Nicolás Maduro decidió radicalizar su postura y convocó a un referendo consultivo el pasado domingo 3 de diciembre. En vista, de que Guyana, estaría otorgando concesiones a empresas internacionales.

Guyana, por su parte, rechaza esta iniciativa y denunció que Venezuela incrementó su presencia militar en la zona. Lo que podría desencadenar un conflicto armado. Guyana cuenta con el apoyo de Estados Unidos y otras potencias, que tienen intereses en explotar el petróleo del Esequibo.

Por un lado, Brasil tiene una larga historia de buenas relaciones con Venezuela. Este, fue su principal socio comercial y energético en la región hasta la crisis política y económica que vive el país caribeño. Además, Brasil comparte con Venezuela una frontera de más de 2 mil km, por la que circulan miles de refugiados venezolanos, indígenas, garimpeiros, mineros y muchos más.

Por otro lado, Brasil también tiene vínculos estrechos con Guyana, con la que comparte una frontera de más de 1 mil 600 km, por la que fluye el comercio y la cooperación. Brasil ya invirtió en proyectos de infraestructura y desarrollo en Guyana, y apoya su integración al Mercosur como estado asociado.

Un conflicto local con repercusiones en toda la región y hacia dentro

Brasil, por tanto, se encuentra en una posición delicada, en la que debe equilibrar sus intereses y valores, sin comprometer su seguridad ni su prestigio. El gobierno de Lula da Silva expresó su “preocupación” por la situación y llamó a la “paz y la cooperación” en América del Sur.

También mantiene un diálogo de alto nivel con ambas partes, buscando una “solución pacífica”. Pero Brasil no se pronunció sobre el referendo convocado por Maduro, que considera un “asunto interno” de Venezuela.

Tampoco reconocido la competencia de la CIJ para resolver el litigio, pues Brasil tiene sus propias controversias territoriales con otros países, como Uruguay, Paraguay. Incluso con Guyana y Surinam, que podrían verse afectadas por un precedente jurídico.

Así, Brasil adopta una posición de cautela y prudencia, evitando tomar partido por alguno de los contendientes, pero tampoco ignorando el problema. Brasil sabe que su rol es clave para preservar la estabilidad regional. Pero, también que debe cuidar su imagen de potencia emergente, que aspira a tener un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU.

¿Y qué piensa Lula?

No obstante, el gobierno de Lula da Silva enfrenta también presiones internas, que podrían condicionar su política internacional. Por un lado, Lula debe consolidar su base política en el congreso, donde tiene una mayoría frágil. Que depende del apoyo de partidos de centro y de derecha, que podrían tener una visión más dura o más blanda sobre el conflicto del Esequibo, según sus intereses.

Por otro lado, Lula debe atender las demandas sociales de su electorado. Este, espera que el gobierno impulse medidas para reactivar la economía, combatir la pobreza y la desigualdad, y mejorar la salud y la educación. Estas prioridades podrían relegar a un segundo plano la agenda internacional. Incluso generar tensiones con otros países, si Brasil decide proteger su mercado interno o defender su soberanía ambiental.

En conclusión, Brasil se encuentra en medio de la disputa por el Esequibo, pero no como un actor directo, sino como un mediador potencial, que busca una solución pacífica y negociada. Una, que respete el derecho internacional y los principios democráticos. Y, debe actuar con inteligencia y responsabilidad, para no perder su liderazgo ni su credibilidad en la región.

Fuente
MSNFrance24InfoBaeBBCFolha

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