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Las animosidades entre el TLCAN, AMLO y Trump

Enrique Peña Nieto le dejo abiertas las venas aztecas al gobierno norteamericano

Despega una nueva era de la relación entre Estados Unidos y México, pues el gobierno norteamericano, no está acostumbrado a sentarse a la mesa de ningún izquierdista por religión y no está dispuesto a que los líderes de sus países vecinos no estén perfectamente alineados a sus preceptos; la diplomacia en este momento, está siendo testeada por políticos en ambos países, ya que después de las tensas y extensas negociaciones entre México, los Estados Unidos y Canadá, apenas pudieron llegar a un acuerdo preliminar para actualizar la ley de libre comercio de América del norte o TLCAN.

Las empresas en norteamérica, México y Canadá continúan fomentando lazos transfronterizos cada vez más estrechos, creando operaciones regionales que pueden competir eficazmente contra empresas con sede en Europa y Asia y desde 2016, Ford y Arcelor Mittal anunciaron grandes proyectos de inversión en México.

Pero todavía hay una serie de obstáculos en el camino por delante, el tema de la migración centroamericana sigue siendo un punto crítico tanto en México como en Estados Unidos, la violencia y la heroína matan a decenas de miles de personas cada año en ambos lados de la frontera, víctimas de una fallida guerra contra las drogas.

Enrique Peña Nieto, había mantenido un perfil bajo frente a norteamérica, pero el 1 de diciembre de 2018, el nuevo presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, asumió el cargo, introduciendo una nueva incertidumbre adicional a un entorno político ya complicado y en ocasiones tenso.

TLCAN.
Lo que el TLCAN hizo más que generar comercio fue crear una plataforma de producción única en América del Norte que podría ayudar a los tres países a ser más competitivos en la economía global y ayudar a México a expandir su clase media.

El TLCAN, aún tiene mucho por demostrar

La opinión de Andrew Selee, un observador y experto de México durante mucho tiempo, de cómo ve la relación entre Estados Unidos y México y de cómo puede continuar evolucionando hacia adelante; y se anexa al análisis Nathaniel Parish Flannery: “En los últimos años, hemos visto cómo la dinámica de seguridad en México comienza a mejorar y luego se deteriora nuevamente. El crimen violento se encuentra ahora en un nivel histórico a pesar de que los principales cárteles de México han sido en gran parte desmantelados”, comenta.

Se han cortado casi en todos los niveles la colaboración transfronteriza en temas de seguridad, y hoy en día, existen vínculos de confianza muy intensos que unen a las personas en ambos países que tratan de abordar el crimen organizado, incluidos los esfuerzos conjuntos para perseguir a algunos de los grupos más violentos.

Pero se trata de una oportunidad perdida, especialmente en un momento en que los cambios en el mercado de las drogas, y en particular el aumento de los opioides, han sacudido el mundo del crimen y han ayudado a aumentar las tasas de homicidios en México.

Donald Trump ha hecho una demostración al enviar tropas estadounidenses a la frontera este año, en México, la estrategia militarizada contra los cárteles no ha llevado a una mejora de la seguridad ni a una reducción de los delitos violentos y todavía hay dos grupos de tráfico de tamaño mediano a grande, pero también hay docenas de grupos más pequeños de crimen organizado que a menudo son incluso más depredadores que los grandes carteles de la droga.

Una gran parte de la discusión sobre el TLCAN en los Estados Unidos se centra en las empresas estadounidenses que abren fábricas en México y todos esperábamos que el TLCAN condujera a una gran entrada de inversión estadounidense en México, pero nadie realmente previó que las empresas mexicanas también comenzarían a invertir en los Estados Unidos.

Esto, aunque no sucedió en gran escala hasta hace una década, es bastante importante, Bimbo, la panadería más grande de México, también es la más grande en los Estados Unidos, y produce aproximadamente una cuarta parte del pan fresco que comemos, desde Entemann’s y Sara Lee hasta Thomas English Muffins, las empresas mexicanas también se encuentran entre los principales productores de leche y yogur, tortillas, papas fritas, perros calientes, fiambres y quesos.

Hay grandes empresas industriales mexicanas que fabrican productos en los EE.UU., con trabajadores estadounidenses: Rassini, el mayor fabricante de sistemas de rotura y suspensión en norteamérica, Mid-Continent Nails, el mayor productor de clavos y muchos más; y casi todas estas empresas contratan trabajadores estadounidenses en pueblos pequeños donde los empleos son más necesarios y hoy inyectan alrededor de 17 mil millones de dólares en la economía de los Estados Unidos en inversión extranjera directa, más que todos los países del Medio Oriente juntos.

Hay ganadores en ambos lados de la frontera, pero la elección de Trump y AMLO, pone de manifiesto un descontento generalizado con la dinámica económica actual en ambos países, el TLCAN hizo más que generar comercio, creo una plataforma de producción única en América del Norte que podría ayudar a los tres países a ser más competitivos en la economía global y ayudar a México a expandir su clase media.

Esto funcionó en muchos sectores, como los automóviles y la industria aeroespacial, pero el comercio y la inversión no son suficientes por sí solos para generar un desarrollo real o salarios sostenibles para las personas en los tres países, en México, por ejemplo, aproximadamente dos tercios de la fuerza laboral permanece al margen del sector exportador y casi la mitad está en la economía informal.

Las leyes laborales débiles, las oportunidades educativas inadecuadas y las múltiples barreras para registrar una pequeña empresa, desde los impuestos hasta la burocracia básica, han socavado el potencial de un modelo de desarrollo más exitoso y gran parte del sur de México simplemente nunca se ha integrado en la economía global.

Algunas de las mismas dinámicas están en juego, pero también hay otros factores, incluida la falta de inversión en investigación y desarrollo e infraestructura que podría modernizar la industria estadounidense y poner al país a la vanguardia de la innovación en nuevos sectores, las oportunidades educativas altamente dispares también influyen en las crecientes desigualdades en los Estados Unidos como lo hacen en México.

Cada vez más, ambos países tienen segmentos de la población que se están desempeñando muy bien con la globalización y otros que se están quedando atrás, pero la confianza en el TLCAN, que en ambos países es realmente un barómetro de cómo se siente la gente sobre la capacidad de su país para competir en la economía global y su propia capacidad para beneficiarse de ella, depende de asegurarse de que no existan grandes franjas de la fuerza laboral, un “No te quedes atrás”.

Fuente
DineroCronistaNYTimes

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