Durante milenios, los brotes infecciosos han afectado los dogmas y han desarrollado nuevas deidades
Las religiones pueden parecer que están lejos de las mentes durante esta pandemia en una era aparentemente secular. Nuestras interacciones con el mundo no humano de los patógenos microbianos parecen totalmente contrarias a nuestras relaciones con otro tipo de reino no humano que designamos como divino.
Sin embargo, si el pasado ha enseñado algo, es mirar cuidadosamente los cambios que se están llevando a cabo en la vida, la sociedad y la política de hoy, para que se pueda recoger, tal vez contra el grano, los fundamentos teológicos de la visión cambiante del mundo.
Las pandemias son tan antiguas como la agricultura y las religiones. La mortalidad repentina y generalizada debido a enfermedades zoonóticas llenó de terror aldeas y pueblos desde los primeros asentamientos conocidos. Por lo que contemplar la vida después de la muerte genera deidades que podrían ofrecer el patrocinio de esta vida y más allá.
La peste antonina, probablemente de viruela y la segunda registrada al menos seis siglos antes, provocó una reacción contra la potencia de las viejas religiones que, al uso, parecían menguar en los centros urbanos llenos de gente a lo largo de Europa y el Mediterráneo. Lo que causo la desaparición de algunos de ellos y la migración a nuevas deidades.
Los colectivos sociales pueden significar la desaparición del culto al individuo, un espejo de Dios por la edificación del yo moderno y las religiones digitales
La pandemia del Covid-19 marca un punto de inflexión en la historia de la fe y ergo de las religiones. Pues ha intensificado las tendencias hacia la «espiritualidad» y el «hazlo tú mismo» cuando las religiones y los estados organizados no han satisfecho a creyentes y no creyentes por igual.
Los modos tradicionales de culto fuera de línea en mezquitas, templos e iglesias no sólo han cesado temporalmente, sino que están caracterizan cada vez más en la ciber esfera como el refugio de pueblos «atrasados» que no se han actualizado a la era digital.
La pandemia también ha amplificado el deseo de espectáculo y ha estimulado una era de post literaria. Los memes, junto con los «Likes», los comentarios y las acciones, son fundamentales para las prácticas de efervescencia colectiva en una era digital marcada por el distanciamiento físico.
Las religiones y credos en línea hoy difieren mucho entre sí. Pero, como se ha manifestado durante esta pandemia, la mente colmena, no la individual, es su unidad constituyente ha llevado al escéptico o agnóstico no unido a ella, a ser el unicornio de nuestros tiempos. Sin embargo, la muerte del individuo, incluido el equipaje teológico que se le adjuntó, se ha producido subrepticiamente.
Grupos extáticos y millennians que buscan «un nuevo cielo y una nueva Tierra» están liderando la revolución de las religiones, ya en marcha. Sin embargo, estos grupos que persiguen visiones de la liberación terrenal del liberalismo y la tecnocracia al capitalismo y al patriarcado, no suelen tratarse como teologías de la liberación.
En su esencia, sin embargo, está la creencia salvadora, común en el ciberespacio, de que aquellos que fueron, o creen ser, oprimidos ahora deben ser liberados y una edad de oro post millennians se inicia. La dramática propagación del Covid-19 debería hacer replantear esa frase repetida, «que se vuelva viral». Pues cuando el virus se balancea sobre las mentes y cuerpos, los seres humanos son reducidos a criaturas enjauladas.
