En medio de la tragedia, el país muestra la perspectiva de la derrota de Bolsonaro
En medio de una guerra de salud pública que Brasil está perdiendo, Jair Bolsonaro, está echando al país a un precipicio, de donde será difícil salir. Mientras, muchos miran a Lula Da Silva, como un salvador socialista que se vislumbra como el mesías prometido.
Aparte del sufrimiento causado a cientos de miles, quizás millones, la economía se ha hundido en la recesión, con el 14% de la población activa condenada al paro.
A diferencia de lo que sucedió durante la primera ola de la pandemia, cuando el Congreso obligó al gobierno a distribuir ayuda financiera. Una gran parte de la población, ve como más y más personas le dan la espalda a favor de Lula Da Silva.
No es exagerado decir que Brasil atraviesa la crisis más grave de su historia. Con casi 4 mil muertes al día y avanzando rápidamente hacia una cifra de 500 mil personas fallecidas por Covid-19. Pero, no es solo el epicentro de la pandemia. También se ha convertido en el caldo de cultivo de nuevas variantes del virus. Una amenaza real para su propia gente y para toda la humanidad.
Lula Da Silva, no representa un opositor a Bolsonaro, ya le ganó la elección
Está claro que la recuperación nacional es imposible hasta que mejore la situación sanitaria. Y en el ámbito de la política, donde las recientes decisiones de la corte suprema que exoneran al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva habían traído algunas esperanzas de un regreso a la normalidad.
Los rumores indican que el ejército no está de acuerdo con las sugerencias de Bolsonaro de establecer un «estado de sitio». Un preludio de algún tipo de «autogolpe», en el que adquiriría poderes extraordinarios. Todavía no está claro cómo se desarrollará esta crisis militar y si todavía se puede producir algún tipo de golpe.
Es más probable que esa posibilidad permanezca en un segundo plano como una amenaza permanente para ser utilizada contra el congreso. Lula Da Silva, también ha señalado, el creciente malestar social como resultado de la desastrosa gestión del gobierno, la crisis de salud y de la recesión económica.
Con sus repetidas advertencias sobre el caos inminente, Bolsonaro parece estar jugando conscientemente con una «profecía autocumplida». De cuyas terribles consecuencias espera beneficiarse de alguna manera.
Las amenazas veladas que expresan los miembros radicalizados de las fuerzas armadas y, según algunas versiones, del propio Bolsonaro. De hecho, una de las razones de la animosidad de la gente contra él, es que Lula ha sido expiado de toda culpa.
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