El pionero español de la revolución cuántica
Juan Ignacio Cirac, físico nacido en Manresa hace 60 años, es uno de los investigadores más influyentes en el campo de la computación cuántica. Desde 2001 dirige la División Teórica del Instituto Max Planck de Óptica Cuántica en Alemania y sus trabajos han sido citados más de 146.000 veces. Reconocido con premios como el Príncipe de Asturias y el Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento, Cirac figura cada año entre los candidatos al Nobel de Física.
En los años noventa, junto a Peter Zoller, planteó las primeras propuestas viables para construir ordenadores cuánticos. Hoy, mientras gigantes como Google e IBM avanzan en esa dirección, Cirac trabaja en redes de tensores, herramientas matemáticas que podrían ser clave para que estas máquinas sean escalables.
De la ciencia ficción a la realidad.
Cirac recuerda que en los noventa hablar de ordenadores cuánticos parecía ciencia ficción. “Sabíamos que era muy complicado técnicamente, pero no imposible”, explica. El cambio llegó cuando gobiernos y empresas comenzaron a invertir en serio, especialmente a partir de 2015. En 2019, Google demostró que un ordenador cuántico podía realizar una tarea imposible para los sistemas clásicos, lo que disparó el interés global.
Europa en la carrera cuántica.
El físico reconoce que Europa está al nivel científico de Estados Unidos y China, pero por detrás en capacidad industrial y económica. “No vamos a ser los primeros en construirlos, pero sí podemos liderar el ecosistema: startups, software, talento universitario”, señala. Para Cirac, el reto es aprovechar ese espacio y no perder el tren de la innovación.
Expectativas y límites.
Aunque se habla de una “burbuja cuántica”, Cirac advierte que estas máquinas no resolverán todos los problemas. “Servirán para ciertos cálculos mucho más rápidos y eficientes, pero no para todo”, afirma. El próximo gran hito, según él, será cuando un ordenador cuántico resuelva un problema científico real, probablemente en física de materiales, algo que podría ocurrir en uno o dos años.
IA y futuro de la investigación.
Sobre la relación con la inteligencia artificial, Cirac es prudente: “Tenemos esperanza, pero poca evidencia. Es difícil predecir qué puede hacer un ordenador cuántico sin tenerlo”. Cree que la IA cuántica será una de las aplicaciones más prometedoras, aunque aún está por descubrirse.
En cuanto a España, considera que además de más inversión y mejores equipos, es necesario convencer a la sociedad de que ciencia y tecnología son la base de la economía futura.




