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Activistas debaten legado de Zapata

Luego de 100 años la lucha de los zapatistas sigue más viva que nunca

Hoy más que nunca ese cartel que está en la entrada de Chiapas, ese indígena estado de México, es más que claro, en el se lee, “Está entrando a territorio Zapatista”, “¡Zapata Vive!, ¡La lucha sigue!” y siendo este el año en que AMLO decidió conmemorar el asesinato del líder campesino, no se puede más que esperar, que su memoria de caudillo luchador por los pobres, indígenas y desposeídos, sea la bandera de este gobierno de izquierda.

Pero no es así, sentado a la sombra de un árbol de chicozapote, Jorge Zapata González toma un arrastre lento a su cigarrillo y le dice en voz queda, “a un cuento con moraleja de revolución y traición”, su abuelo, el insurgente mexicano Emiliano Zapata, unieron a campesinos pobres bajo el grito «tierra y libertad» un siglo atrás, sólo para ser traicionado por un antiguo aliado y asesinado.

Como el centenario ha reanimado los enfoques del asesinato de Zapata el 10 de abril de 1919, su nieto siente un olor fresco a traición, «después de cien años, el gobierno está traicionando los ideales de Zapata,» manifiesta.

El actual presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, ha expresado admiración por Zapata y se ha comprometido a reactivar la economía rural de México, además de declarar 2019 el año de Emiliano Zapata.

Pero en la región natal del líder revolucionario, Morelos, una batalla ha estallado sobre su legado, mientras López Obrador presiona para la realización de una planta de energía, oleoductos que han enfrentado la fuerte oposición de la comunidad local y el tren Maya.

«Es una burla, haber declarado 2019 el año de Emiliano Zapata y luego entregar el agua de los agricultores de su ciudad natal a las multinacionales», afirma González Zapata.

La convocatoria revolucionaria de zapata para la «reforma, libertad, justicia y ley» todavía resuena en un país donde todos estos cuatro ideales han sido a menudo en resumen pura alimentación, y el Caudillo del Sur, se ha afirmado durante mucho tiempo como fuente de inspiración por radicales de América Latina, sobre todo y en particular, de los rebeldes zapatistas que tomaron las armas contra el gobierno mexicano en 1994.

Imágenes de Zapata con amplio sombrero, bigote espeso y bandolera rivalizan al Che Guevara como iconos de la rebelión romántica y el espíritu empresarial capitalista, descendientes de Zapata recientemente han aplicado a la marca registrada con su nombre y prevén ganar regalías sobre mercancías que van desde camisetas hasta tequila.

«Siempre ha habido una disputa sobre el legado de Zapata. Ya estaba en el juego poco después de su muerte», indica Emilio Kourí, un historiador de la universidad de Chicago, que atribuye el atractivo perdurable de Zapata a su ser «una maleable figura… que es para todos».

Emiliano Zapata.
«Todos nosotros aquí se sienten amenazados,» refirió Yasmin Ríos, una ex funcionario local que se oponían al proyecto, «lo que nuestro presidente está haciendo,» añadió, «es caminar todo sobre nosotros, al igual que todos los otros presidentes».

Zapata vive y vivirá siempre en medio de la lucha por la tierra y la libertad

Como una figura clave en el panteón revolucionario del país, Zapata se invoca habitualmente por los políticos de todas las tendencias, el ex presidente Carlos Salinas, la conducción de la fuerza detrás de la privatización de una cadena y acuerdos de libre comercio que terminaron obligando a muchos campesinos a ceder su tierra.

López Obrador, comúnmente llamado AMLO, el año pasado trajo la izquierda al poder por primera vez desde el establecimiento de la democracia en el año 2000, ha hecho campaña incansablemente contra las reformas estructurales de los últimos 25 años y recientemente ha declarado la muerte del «período neoliberal» de México.

Observadores dicen que el legado de Zapata tiene una importancia especial para el presidente, quien ha promovido su administración como «la cuarta transformación» en la historia de México, poniéndola a el mismo nivel de importancia como la independencia de España, la revolución y 19 reformas legales y anticlerical del siglo.

Pero desde que, AMLO ha emprendido un camino decididamente conservador, sobre todo en política social y las comunidades indígenas de México, han expresado su preocupación sobre el entusiasmo del presidente de megaproyectos dentro de sus tierras.

«López Obrador quiere construir una nueva historia oficial y aprovechar el legado de Zapata como un símbolo de que también se preocupa por los campesinos,», comenta Harim Gutiérrez, profesor de historia en la universidad Autónoma Metropolitana.

Zapata González es desdeñoso de los políticos que afirman causa común con su abuelo y ferozmente protector del apellido familiar, todavía vive en la ciudad natal de Zapata, el pueblo de Anenecuilco, donde se ha construido un museo en la casa de la infancia del revolucionario.

Como muchos de los herederos varones de Zapata, posee un bigote espeso, «mi dignidad como hombre y mi apellido no tiene un precio», anuncia, recientemente, ha lanzado su apoyo a una campaña contra la construcción de una central eléctrica, gasoducto y acueducto en la localidad de Huexca, que AMLO ha respaldado.

López asumió el cargo en diciembre de 2018, canalizando la ira sobre corrupción en una victoria arrolladora en Morelos, donde reinaba la violencia y los narcos actuaban con impunidad, inicialmente se opuso a la planta de Huexca, pero cambió de opinión después de entrar en la oficina, diciendo que la electricidad era necesario y ya se habían gastados miles de millones.

López Obrador intentó mitigar preocupaciones locales, poniendo el proyecto en un precipitado llamado plebiscito, pero las tensiones en la región fueron exacerbando cuando un activista local indígena que se opuso al proyecto fue asesinado días antes de la votación.

AMLO denunció el asesinato del 20 de febrero de Samir Flores Soberanes como «vil y cobarde», pero él luego ofendió a residentes locales diciendo que la matanza pretendía sabotear el plebiscito, finalmente la votación fue a favor del presidente.

«No es Bienvenido en el estado de Morelos», acusó Teresa Castellanos, un opositor de la central de Huexca, «Traicionó al pueblo».

Los fiscales estatales explican que todavía están investigando y que hasta ahora todo conduce a la participación de la delincuencia organizada, un estribillo común en México, donde los asesinatos de activistas ambientales, periodistas y defensores de derechos humanos a menudo están sin resolver.

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