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La amenaza de la intervención en Venezuela

Los venezolanos claman al cielo por la llegada de un ejército liberador

Una cosa en particular es la que podría salvar el régimen de Maduro en Venezuela y aunque se piense que esa cosa particular debería ser la intervención occidental, nada une a un país como un enemigo en sus fronteras soberanas, pues a pesar que muchos de los venezolanos pueden detestar a su presidente, Nicolás Maduro, también detestan a los invasores y en buena medida a los propios Estados Unidos.

China o Rusia por otro lado pueden ser exasperantes, pero son aliados de Maduro y tendrían que ayudar forzosamente si norteamérica se decide a atacar, pero al parecer Washington y todos los demás, deben dejar que Venezuela resuelva por si misma su situación, sólo hay que ver que las consecuencias no intencionadas del grito de intervención han hecho olas desde el exterior, para las que Donald Trump parece sordo.

Mucho se especula en función al papel de los Estados Unidos en la recuperación social, política y económica del país petrolero de Sudamérica, pero algo es seguro, Trump no debe ser quien dicte los pasos a seguir para la redención democrática de Venezuela.

La preocupación es que algún tipo de invasión estadounidense, sólo sería apoyado por un tercio de los venezolanos y cualquier persona que conozca de primera mano cómo puede ser de «eficaz» la ayuda humanitaria de los norteamericanos, dado los ejemplos recientes de Afganistán o Siria, sólo han demostrado ser eficaces en destruir un país y matar a civiles y nadie quiere algo así para Venezuela, ni el tercio que lo apoyaría.

Aquellos que conocen y aman Venezuela han visto como en los últimos 20 años, el país ha contado con una economía petrolera envidiable, pero totalmente violada por la cleptocracia que se disfraza de meritocracia e ideología, nunca el socialismo a probado ser tan destructivo y los carroñeros ser tan despiadados.

Claves de la Intervención.
Maduro se ha comprometido a luchar hasta la muerte contra la intervención y las sanciones, el alto mando de las fuerzas armadas sigue siendo leal a él, así como un buen contingente de la población venezolana.

La determinación reside en el pueblo, la intervención no

Venezuela, fue un país pacífico y próspero luego de la llegada de Hugo Chávez, pero la historia se fue torciendo en el camino y ha sido otra muy desventurada desde que su sucesor tomo las riendas de la administración de Miraflores, ahora los venezolanos que no han huido del caos se enfrentan a este momento terrible puede ser que tengan la labor cambiar su gobierno.

Pues los forasteros pueden prometer apoyo moral al líder de la oposición, Juan Guaidó, pero está claro y es seguro, que sus intereses son otros, tan sólo los plazos, ultimátums, sanciones y amenazas espeluznante de los Estados Unidos, la unión europea y los países latinos que se unen al corrillo lo evidencian y son contraproducentes, son maná del cielo para un régimen asediado.

Retratan la oposición como agente de un poder extranjero y transforma a la disidencia en traidores a la patria, pero peores son los llamados extranjeros al ejército a unirse a el desconcierto, pues ese sí sería un llamamiento, no a sofocar el motín, sino al mandato ciudadano a la lucha patriótica.

Desde el colapso de la autoridad de las Naciones Unidas, intervenir en los asuntos de otros países se ha convertido en un modo por defecto de la democracia neo imperialista, en apenas dos años, Trump ha hacho labor injerencista en Irán, Corea del norte, China, México y ahora Venezuela, que bastante claro es que no plantea ninguna amenaza a la seguridad de Estados Unidos.

Desde que Tony Blair llegó al poder, Gran Bretaña igualmente, se ha encontrado asimismo esputando miserables excusas para atacar a Serbia, Iraq, Afganistán, Libia y Siria y ha impuesto sanciones económicas a Rusia, Irán y Myanmar, y la ganancia en seguridad británica o la paz mundial es completamente oscura, pero el costo en vidas, dinero y miseria ha sido incalculable.

Y es que como ha ocurrido en los últimos 5 años con el enaltecimiento de la derecha en el escenario político, la intervención se ha convertido en la enfermedad profesional del nuevo populismo y es a eso a lo que hay que tener mucho, pero mucho miedo.

Es natural el deseo humano de ayudar a los necesitados y no hacer nada puede ser doloroso y parecer insensible, pero haciendo algo rara vez se ayuda, inclusive los estados en apuros políticos son soberanos y debe hacer y corregir sus propios errores y reforzar de esta manera, su confianza interna en sus gobernantes, ya el gobierno de Caracas enfrenta a sus propios demonios y las presiones internas que posiblemente ya sean terminales.

Fuente
FinancialTimesLaPatilla

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